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Dos Etapas de la Salvación: Justificación (Redención) y Salvación

Esta doble estructura está presente en toda la Escritura: dos pactos, dos juicios, dos muertes, dos nacimientos, dos justificaciones.
Comprenderla es clave para no confundir la justificación (redención) con la salvación, ni la gracia con el juicio.
La justicia del Padre fue satisfecha.
Ahora resta ver a quiénes el Hijo decide salvar definitivamente.


Etapa 1: Justificación ante el Padre (Redención Universal, Monergista, Legal)

  1. El hombre pecó y murió.
    En el Edén, el hombre desobedeció y fue condenado a muerte (Génesis 2:17).
    Esta muerte es real y legal, no solo simbólica o espiritual: es extinción, pérdida de la vida plena.
  2. La muerte adquiere legalidad sobre todos.
    El pecado genera una deuda de vida. Todos mueren en Adán (1 Corintios 15:22).
  3. Dios no puede salvar por decreto desde el cielo.
    No puede hacer acepción de personas bajo la ley (Romanos 2:11).
    La ley no puede anularse para favorecer a algunos. Es ciega e imparcial.
    No se puede otorgar perdón arbitrario sin destruir la justicia.
  4. Solución divina: una redención impuesta por gracia soberana.
    Bajo la ley, el Padre no puede redimir; solo juzga conforme a la justicia.
    El Hijo, cumpliendo el primer pacto en carne humana sin pecado, redime a todos los muertos.
    El Verbo vence el pacto de obras y se presenta ante el Padre como justo por méritos humanos.
    Por esta victoria, el Padre le entrega todos los muertos: “El Padre ama al Hijo, y todas las cosas entregó en su mano” (Juan 3:35).
  5. Redención universal, sin consulta.
    Esta redención es monergista: Dios no pide permiso ni exige nada.
    Todos son redimidos para que puedan ser vivificados.
    Esta es la gracia impuesta, soberana y no resistible.
    “Porque por gracia sois salvos…” (Efesios 2:5).
  6. No se trata de libertad, sino de adquisición.
    Redención no es devolver la libertad del Edén, sino transferir la propiedad.
    "Habéis sido comprados por precio... no sois vuestros" (1 Corintios 6:19-20).

Etapa 2: Salvación por juicio del Hijo (Particular, Gracia Soberana, Arbitral)

  1. Cambio de régimen: del juicio legal a la potestad del Hijo.
    El Padre juzga según la ley, pero ahora todo juicio ha sido dado al Hijo (Juan 5:22).
    En el Reino, no rige ley: el Rey juzga por derecho de propiedad y según su voluntad.
  2. El mediador como filtro de acceso.
    Nadie viene al Padre si no es por el Hijo (Juan 14:6).
    El Padre no nos ve a nosotros, ve al Hijo.
    Cristo es la puerta, el mediador, el único justo ante el Padre.
  3. Separación arbitraria por el Señor.
    La elección final no está en manos del hombre, ni se basa en méritos.
    "No todo el que me dice: Señor, Señor…" (Mateo 7:21).
    La gracia no se rige por obras, ni siquiera por fórmulas religiosas.
  4. El juicio del Hijo es señorío, no legalismo.
    En la ley: se juzga lo que está escrito.
    En el Reino: el Rey decide según su misericordia o ira (Romanos 9:15).
    "Tendré misericordia del que yo tenga misericordia".
    "Mía es la venganza; yo pagaré" (Hebreos 10:30).
  5. La gracia juzga.
    La gracia que salva también separa.
    Redime a todos sin consulta, pero solo salva definitivamente a los que el Hijo escoge.
    La segunda muerte es para los que, aun redimidos, son rechazados por el Hijo (Apocalipsis 20:15).

Conclusión

La salvación opera en dos etapas claramente distintas:
Primera etapa: universal, legal, impuesta por el Hijo al cumplir la justicia del Padre. Nadie queda afuera de esta redención.
Segunda etapa: particular, soberana, ejecutada por el Hijo como Señor. Aquí ya no hay ley que limite su decisión. Él es el dueño.

Esta estructura no solo preserva la justicia del Padre sino también la soberanía del Hijo.
El evangelio no es solo un mensaje de perdón, sino una afirmación de que Cristo ha sido hecho Señor por lo que padeció (Filipenses 2:9-11). Y el que ahora decide quién vive para siempre es Él.
 
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