HecOrVill

διδάσκαλος

Introducción

Este sistema teológico se construye exclusivamente a partir de las Sagradas Escrituras,
los 66 libros del canon evangélico, como única fuente inspirada de revelación.
No se reconocen otras fuentes doctrinales.
Todo lo que Dios quiso comunicar al hombre quedó registrado de forma suficiente, completa y cerrada en la Biblia.

Se afirma la revelación progresiva dentro del marco de esa revelación cerrada,
cuyo clímax es Jesucristo.
Como declara Hebreos 1:1-2, Jesús es la revelación final, suprema y completa de Dios.

Dentro de este marco, se sostiene que la doctrina no se inventa, sino que se descubre en el texto sagrado, por iluminación del Espíritu.
Así, se acepta que algo ya escrito pueda ser comprendido más plenamente por iluminación, sin que eso implique nueva revelación.
Se trata de ver lo que siempre estuvo allí.

Esta teología afirma que Jesús, aunque nace de María, viene del cielo y sale del Padre,
y no de la tierra ni de ella.
De igual manera, su forma humana la recibe directamente de Dios,
y la virginidad de María al momento de su concepción confirma que Cristo no proviene de la reproducción humana,
sino de una formación celestial.

Por tanto, esta teología considera que Jesús es un segundo hombre de origen celestial y divino,
el Verbo hecho carne, y no encarnado en carne provista.

¿Por qué elegimos este nombre?

“Sustitución Real”
porque Cristo viene al mundo a ocupar nuestro lugar delante de la justicia de Dios,
y “Nueva Creación” porque la salvación no se trata de salvar al viejo hombre, sino de crear uno nuevo en Cristo.

Origen y propósito

Este sistema comenzó a ser desarrollado y sistematizado por Salmo51, seudónimo de Héctor Orlando Villagra, a partir de un estudio exclusivo y guiado de las Escrituras, reflexión teológica independiente, ayuno, oración y consultas constantes al Espíritu Santo, con el objetivo de recuperar la centralidad de la obra de Cristo como punto de ruptura entre la vieja humanidad bajo juicio y la nueva creación surgida de la gracia.

Nace de la convicción de que muchas tensiones doctrinales históricas pueden resolverse al comprender el papel de la muerte como frontera judicial entre dos sistemas:
el de la ley y el de la gracia.

La condición del hombre caído y el verdadero problema


La Teología de la Sustitución Real y Nueva Creación sostiene que el problema del hombre caído no radica en su nivel de corrupción, ni en su capacidad o incapacidad para responder a Dios.

El verdadero problema es judicial: el hombre ha sido condenado a muerte por haber pecado, y esa sentencia fue dictada por Dios mismo.

Romanos 6:23
“La paga del pecado es muerte.”

Esta muerte no es meramente simbólica ni solo espiritual: es una sentencia real y definitiva, que debe cumplirse para que la justicia divina no sea violada.

La justicia de Dios exige que el pecado sea pagado con muerte, sin excepción ni posibilidad de apelación dentro del marco legal original.

Desde esta perspectiva, la corrupción del hombre explica por qué Dios lo sentenció, pero no constituye en sí el núcleo del problema.
El pecador no está simplemente enfermo ni incapacitado: está condenado.
Aunque oyera el evangelio, creyera y hasta se arrepintiera, su sentencia seguiría pendiente, porque la justicia exige ejecución.

Comparación con otras posturas teológicas

El calvinismo

El calvinismo enseña que el hombre está completamente depravado: muerto espiritual y moralmente, sin capacidad alguna de responder a Dios a menos que sea regenerado soberanamente.
La depravación total implica que el ser humano está tan corrompido que ni siquiera puede desear a Dios por sí mismo.
Así, su perdición radica en su incapacidad total, y no en su culpabilidad.
Se citan pasajes como:

Efesios 2:1
“Estando muertos en delitos y pecados.”

El arminianismo
El arminianismo, en cambio, reconoce la caída del hombre y su necesidad de gracia, pero sostiene que Dios le otorga una gracia preveniente que restaura parcialmente su capacidad de responder.
El hombre puede, bajo esa gracia, aceptar o rechazar el evangelio.
Por lo tanto, su perdición está relacionada con su decisión libre, no solo con su pecado original.

Se apoya en textos como:

Juan 3:16
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”)

Diferencia esencial

La Teología de la Sustitución Real y Nueva Creación sostiene que el problema del hombre no termina con la culpa o la condena, sino con la inestabilidad de su obediencia.
Aun si Dios hubiera perdonado a Adán después de su caída, seguiría existiendo el mismo riesgo: podría volver a pecar.
El problema no era solo judicial, sino estructural.
El hombre fue creado libre, y en esa libertad residía también su posibilidad de desviarse.
Era, por así decirlo, una bomba de tiempo moral.

El desafío no era solo perdonarlo, sino lograr que no volviera a caer jamás.
El perdón borra el pasado, pero no garantiza el futuro.
Dios no busca simplemente borrar la culpa del hombre,
sino crear un ser cuya obediencia sea perfecta, perpetua e incorruptible.

En Cristo, Dios resuelve ese dilema.
Desde su nacimiento hasta su muerte,
Cristo ofreció una obediencia humana constante y sin fisuras, que Dios aceptó como definitiva.
Su vida no fue solo ejemplar: fue sustitutiva.
El Padre toma esa vida perfecta como una grabación continua, una evidencia eterna que cubre, reemplaza y cancela toda otra historia humana.

Así como una filmación corrupta puede ser reemplazada por otra íntegra, Dios sustituyó la historia del primer hombre por la del postrer Adán, de modo que, a los ojos de la justicia eterna, la humanidad redimida vive bajo la obediencia de Cristo, no bajo la suya propia.

Hebreos 10:14
“Porque por una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.”

En Él, Dios ya no solo perdona: se satisface para siempre.
No hay posibilidad de nueva caída, porque la vida que ahora nos representa es incorruptible, sellada en la obediencia perpetua del Hijo.

“La justicia divina no se suspende: se cumple.
La gracia no ignora el juicio: lo atraviesa y lo satisface.
En la cruz, el hombre viejo fue sustituido; en la resurrección, el nuevo hombre fue creado.
La soteriología no es un intento del hombre por volver al Edén, sino la obra de Dios que inaugura un nuevo cielo y una nueva tierra.”
 
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