Evaluación del calvinismo sobre la corrupción total (aciertos y errores)

El calvinismo acierta plenamente en afirmar con rigor bíblico que:
  • La caída implica una muerte total del hombre, es decir, la corrupción completa del ser humano, imposibilitándole de hacer absolutamente nada para salvarse por sí mismo.
  • La naturaleza caída, según la Escritura, es irreparable por medios humanos y no puede heredar incorrupción (1 Cor. 15:50), pues la carne caída es incapaz de cumplir con las demandas perfectas de la Ley de Dios (Rom. 8:7-8).
Sin embargo, donde el calvinismo falla seriamente, según esta posición, es en la solución que propone para dicha corrupción:
  • El calvinismo presenta una solución donde Dios des corrompe directamente al viejo hombre mediante una intervención unilateral. Pero este “des-corromper” al hombre viejo contradice su propio diagnóstico inicial. En efecto, si el hombre es corrupto hasta la muerte (espiritualmente hablando), entonces esa corrupción es absolutamente irreversible. La Des corrupción espiritual como si el pecado pudiera simplemente "pasarse por alto" o ignorarse sin que medie una muerte real, constituye una interpretación problemática en términos de justicia divina. Si Dios dijo “ciertamente morirás” (Génesis 2:17), el otorgarle vida espiritual directa a ese mismo pecador implica que Dios no ejecutó plenamente Su propia sentencia sobre ese hombre.
  • Así, la solución calvinista termina siendo una suerte de acción soberana unilateral de Dios donde él mismo pasa por encima de su condena de muerte sobre la carne caída, lo cual pone en entredicho Su perfecta justicia y santidad.
  • Cristo, en este esquema calvinista, aparece casi como una figura secundaria: su muerte se vuelve funcional a una elección previa, pero no esencial para solucionar realmente la rebeldía. Esto hace que, aunque el calvinismo trate de darle toda la gloria a Dios, al final ponga en entredicho la eficacia absoluta del sacrificio de Jesús. El pecado parece "arreglado" más por una decisión divina y por elección y menos por el acto histórico objetivo de la muerte de Cristo. Paradójicamente se minimiza la relevancia de la cruz.

Una solución más radical, bíblica y coherente


Esta posición, en cambio, plantea una solución radicalmente bíblica:
  • Coincide plenamente con el diagnóstico calvinista de que el hombre caído está totalmente corrompido, muerto espiritualmente, incapaz de justificarse o agradar a Dios por obras propias.
  • Pero difiere radicalmente en cómo soluciona esta corrupción: no busca una des corrupción del viejo hombre, sino su muerte real y su reemplazo total por una la nueva humanidad de Cristo. Así Dios nunca contradice su justicia. La condena original se cumple a rajatabla: El “Ciertamente morirás” es satisfecho plenamente en Cristo, y la vieja creación rebelde es descartada completamente en la cruz en pos de una nueva.
  • De este modo, el sacrificio de Cristo no es solo “funcional” a una elección previa, sino que es la solución central, única y definitiva del problema del pecado y la justicia divina. El castigo y muerte del pecador se cumple realmente en la persona de Cristo. Así se respeta absolutamente la justicia divina y la santidad de Dios, mientras simultáneamente se abre espacio para una verdadera gracia: Dios castiga el pecado en Cristo para luego ofrecer una vida nueva en él.
  • Aquí Cristo asume plenamente su lugar central, como el nuevo y definitivo Adán (1 Cor 15:45-49), cabeza de una nueva humanidad libre de corrupción. Dios no "arregla" al viejo hombre, sino que lo mata en Cristo y nos hace renacer, unidos a Cristo, como nueva creación (2 Cor 5:17). No queda lugar alguno para el viejo hombre ni su supuesta rehabilitación. El viejo hombre es simplemente eliminado y sustituido por una creación totalmente nueva en Cristo.
1 Pedro 1:23 Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible...
Juan 3:7 No te maravilles que te dije: Os es necesario nacer de nuevo...
Juan 3:3 De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios...
Juan 1:13 ...los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios...
2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas...
Gálatas 6:15 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación...
Efesios 2:10 Porque somos, hechura suya creados en Cristo Jesús para buenas obras...

Superioridad doctrinal de esta posición

  • Justicia absoluta:
    Se respeta plenamente la integridad de la justicia divina original: Dios no ignora, ni minimiza, ni deja impune la rebeldía humana. El pecador efectivamente muere, y esa muerte la sufre Jesús en su lugar.
  • Gracia absoluta:
    La gracia aquí es gracia auténtica fundamentada en una justicia ya cumplida (Rom. 3:25-26). Dios no tiene que contradecir su propia sentencia para ofrecer misericordia, porque su justicia ha sido plenamente satisfecha en la cruz.
  • Cristo en el centro:
    Jesucristo asume el protagonismo total en esta visión: su obra no es secundaria ni "instrumental" a una elección previa del Padre. Es esencial y definitiva: él es el autor y consumador (Heb. 12:2), quien realmente efectúa la salvación y quien personalmente determina el destino de toda alma.
  • Biblicidad:
    Esta posición refleja mejor pasajes bíblicos centrales sobre la nueva creación (2 Cor. 5:17, Gál. 2:20), sobre la justicia absoluta de Dios (Rom. 3:25-26, 8:3), sobre la naturaleza radical del bautismo como muerte con Cristo (Rom. 6:3-7), y sobre la autoridad absoluta dada a Jesús como Mediador, Señor y Juez (Juan 5:22, 17:2).

Consecuencias prácticas de esta diferencia

  • El creyente no vive en una duda permanente sobre su "estado de elección" (calvinismo), ni en la incertidumbre constante de ser capaz o no de cumplir la Ley perfectamente (problema frecuente en ciertas interpretaciones arminianas).
  • El creyente vive la certeza absoluta de que ha muerto con Cristo (lo cual es un hecho espiritual irreversible, Romanos 6:7-8), y que, habiendo resucitado con Él, ya no está bajo la condenación ni dominio del pecado.
  • Esto permite una relación auténtica, gozosa y segura con Cristo como nuevo Señor de la vida, basado en la fe y no en las obras o desempeño personal.
 
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