Salmo51

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No vamos a refutar al arminianismo desde supuestos calvinistas (como que el pecador no puede siquiera creer o arrepentirse sin una regeneración previa), porque eso es falso y niega lo que en realidad ocurre en el plan de salvación.

Afirmamos con claridad:

  • El pecador está muerto pero judicialmente ante la Ley del Padre, es decir, su sentencia ya fue dictada, está legalmente condenado, y nada de lo que haga — ni su fe, ni su arrepentimiento — tienen valor para anular ese juicio.
  • Pero ese estado de “muerte legal” no significa incapacidad absoluta para oír, entender o creer si se le predica.
  • Dios no le pide nada al muerto para anular la ley, sino que Cristo paga esa sentencia en su lugar. Ese juicio es resuelto por Cristo con el Padre y fuera del alcance del hombre.
  • Sin embargo, Cristo, como Señor, predica su evangelio a los que Él va a redimir (o redimió) con su sangre, y espera respuesta (fe, obediencia, arrepentimiento). No como condición para pagar la deuda, sino como reconocimiento voluntario del nuevo Amo y Dueño.
  • Por tanto, la fe no tiene valor salvífico legal ante el Padre, pero sí valor relacional ante el Hijo, que ya compró al muerto y ahora le llama a reconocer su señorío.

Conclusión:

No decimos, como el calvinismo, que el pecador no puede creer por su "depravación total".
Decimos que aunque puede creer, eso no lo justifica frente a la ley y al Padre, porque su condena ya fue establecida.
Y su fe no cancela esa deuda (sentencia), pero Cristo sí.
Y una vez hecho eso, Cristo puede considerar o no la fe del hombre para elegirlo o desecharlo, porque es su Señorío lo que decide, no su arrepentimiento o fe.
 
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