Salmo51

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En el corazón del evangelio está el anuncio del nacimiento de Jesús por medio de una virgen.
Pero el verdadero propósito de esta verdad no es el de glorificar a María, ni ponerla por encima del resto de la humanidad, sino el declarar algo radical y central: Jesús no fue concebido como todos los hombres.

La virginidad de María no está dirigida a su persona, sino al origen del Hijo de Dios.

Lo extraordinario no es que María fuese virgen, pues cualquier mujer que no ha conocido varón lo es, sino que estando virgen, concibió y dio a luz un hijo (Isaías 7:14; Mateo 1:23).

Este hecho señala que la concepción de Jesús no fue el resultado de una fecundación natural ni humana, sino de un acto directo y milagroso de Dios.

Aquí la Escritura es precisa:
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1:35).

Esto excluye toda intervención carnal, incluso simbólica.

No hubo una fecundación de un óvulo de María ni esperma divino.
No hubo mezcla, ni “aportaciones humanas” en la carne del Hijo de Dios.

El Verbo fue hecho carne, no por combinación de elementos humanos, sino por un acto meramente divino: “Tú me formaste cuerpo” (Hebreos 10:5).

Por eso Jesús puede decir con verdad:
  • “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo… y el pan que yo daré es mi carne” (Juan 6:51).
No vino de abajo, ni fue ensamblado con partes de la vieja creación.
No nació de una raza caída.
Fue enviado desde el cielo y entró al mundo a través de una mujer virgen, no a partir de ella.
Fue depositado vivo, como nuevo hombre, en su vientre.

Esto desmantela dos errores:
  1. El error católico, que transforma la virginidad de María en una exaltación mística de su persona, desviando la atención del Hijo al vaso.
  2. El error protestante común, que presupone que Jesús recibió su carne de María, cuando la Escritura dice que descendió del cielo, y que fue enviado en semejanza de carne de pecado, no hecho a partir de ella (Romanos 8:3).

Jesús es verdadero hombre, no porque venga de un óvulo humano, sino porque asumió forma humana.
El molde fue humano; la sustancia, divina.
Así como Adán fue hecho hombre sin padre ni madre, también el último Adán fue hecho hombre, no por voluntad de varón ni de carne y sangre, sino por Dios mismo (Juan 1:13).

El milagro no está en María. El milagro es Jesús.
 
El debate sobre la concepción de Jesús va mucho más allá de una discusión biológica.
Toca las raíces mismas de nuestra cristología, de cómo entendemos al Hijo de Dios hecho carne, y qué tipo de humanidad es la que nos salva.

En este sentido, se presentan dos posturas principales, con implicaciones teológicas totalmente opuestas:

1. Jesús fue concebido por intervención directa del Espíritu Santo:

Aquí se entiende que el Verbo se hizo carne (Juan 1:14), no como resultado de una fecundación natural (aunque milagrosa), sino por un acto creador directo.
Dios introduce directamente la humanidad de Cristo como un ser completo, perfecto, sin necesidad de óvulo materno ni fecundación, cumpliendo la promesa de que el Hijo vendría del cielo (Juan 6:38, 1 Cor. 15:47).

Se trata de una humanidad nueva, no derivada del hombre, como lo afirma Hebreos 10:5: “Me preparaste cuerpo.”

2. Jesús fue concebido a partir del óvulo de María fecundado por el Espíritu Santo:

Aquí se supone que Dios toma parte del cuerpo de María (su óvulo) y lo fecunda sin intervención masculina. Esto le daría a Jesús “naturaleza humana verdadera” proveniente de su madre.

Pero ¿qué implica esto realmente?

Tensión teológica real:


La segunda postura plantea un problema grave:

Si la humanidad de Jesús proviene biológicamente de María, entonces no puede ser anterior a ella.

¿Cómo puede entonces decir Jesús:

“Antes que Abraham fuese, YO SOY” (Juan 8:58), si su carne tiene origen en una criatura posterior a Abraham?

Más aún:
  • Si Jesús recibe naturaleza humana de María, no puede ser plenamente el Verbo hecho carne, sino el Verbo mezclado con otra sustancia (lo cual es una forma refinada de nestorianismo o eutiquianismo).
  • Si Jesús es Dios con nosotros, entonces su humanidad no puede depender de un elemento humano caído. Su cuerpo debe ser santo desde su origen (Lucas 1:35: “el santo ser que nacerá será llamado Hijo de Dios”), no santificado a posteriori.

Objeciones comunes y sus respuestas

1. “Entonces María fue un simple vientre de alquiler.”
Esto es una burla más que un argumento.

No estamos hablando de gestación subrogada artificial, sino de una obra creadora única del Espíritu Santo.
María fue instrumento divino escogido para portar al Hijo de Dios (Lucas 1:38). Fue sierva, no co-creadora.

2. “Jesús no tendría los rasgos de María, no sería judío.”
¿Desde cuándo el linaje se define por la genética?

Jesús es “hijo de David” por promesa y por asignación legal, a través de José (Mateo 1).
Ser judío no es un asunto de genética, sino de llamado y cumplimiento profético.
El verdadero “simiente” prometido es Cristo, no por biología, sino por elección divina (Gálatas 3:16).

3. “Sin óvulo humano no sería un verdadero hombre.”
Pero si se requiere un óvulo caído para que Jesús sea “verdadero hombre”, entonces también se está diciendo que toda verdadera humanidad debe ser pecaminosa por origen, lo cual contradice la Escritura.

Cristo no es “otro Adán más”. Es el último Adán (1 Cor. 15:45), no una continuación genética de Adán, sino su reemplazo:
“El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo” (1 Cor. 15:47).

La lógica detrás del misterio
  • Si Jesús es Dios, entonces su humanidad debe venir de Dios.
  • Si su carne vino del cielo, entonces no puede haber sido generada en la tierra por medios humanos.
  • Si su cuerpo fue “preparado”, entonces no fue fabricado con partes de otros cuerpos.
Jesús no es un semi-dios mitológico nacido de un dios con una mujer, como en las leyendas paganas.
Es el Verbo eterno, que descendió como hombre entero y completo. No encarnó. Vino en carne.

Conclusión


Creer que Jesús fue “hecho” a partir de María es rebajar al Salvador a un ser derivado del hombre.
El verdadero Cristo no es el producto de la carne, sino el Verbo hecho carne (Juan 1:14), el pan que descendió del cielo (Juan 6:51), el segundo hombre, nacido no de sangre, ni de voluntad de carne, ni de varón, sino de Dios (Juan 1:13-14).

Si Jesús no vino del cielo, entonces no es el mismo que estaba con Dios al principio.
Y si su carne no es enviada desde el cielo, entonces no puede redimir lo que vino después de él.

Todo lo que estamos planteando toca el núcleo de la cristología bíblica: la identidad del Hijo de Dios hecho carne, su origen, su naturaleza, y el modo exacto en que Dios lo introdujo en el mundo sin contaminación alguna.

Lo que estamos haciendo es separar lo mítico, lo tradicional y lo especulativo de una comprensión fiel al testimonio escritural.

Les propongo una ampliación sólida y argumentativa que incorpore ideas de forma clara para responder a esas objeciones y engaños que se repiten sin sentido.

¿Esperma divino o Verbo viviente? Lo que realmente descendió del cielo

El debate sobre la concepción de Jesús no solo exige precisión teológica, sino coherencia con la revelación bíblica.
Es importante detenerse en ciertos errores comunes que, queriendo defender la humanidad de Cristo, terminan atentando contra su origen celestial y degradando la verdad del Verbo hecho carne.

1. El error del “esperma divino”

Algunos especulan que el Verbo eterno fue reducido a un espermatozoide que fecundó un óvulo humano.
Esta idea es tan peligrosa como absurda.

Primero, porque convierte al Verbo en una célula gamética, es decir, algo no vivo en sí mismo, sino meramente potencial, incapaz por sí solo de constituir una persona.

Segundo, porque rompe totalmente con lo que Jesús dice sobre sí mismo:

“Yo soy el pan vivo que descendió del cielo… y este pan es mi carne” (Juan 6:51).

No dice “mi carne fue formada en la tierra” o “mi carne salió de María”, sino que descendió del cielo como un todo.

2. El óvulo de María y la herejía del materialismo espiritual

Otros, intentando conservar cierta conexión con la humanidad caída, proponen que solo el espermatozoide transmite la corrupción del pecado, y que si solo se usó un óvulo de María, entonces Jesús no recibió la mancha adámica.

Este argumento es:
  • Anti-escritural, porque toda carne fue contaminada por la caída (Génesis 6:12; Romanos 5:12).
  • Científicamente insostenible, ya que el ADN se forma a partir de ambos gametos, masculino y femenino.
  • Teológicamente débil, porque intenta salvar a Cristo de la corrupción sin apelar a su origen celestial, sino a una supuesta limpieza parcial en la línea genética humana, como lo hace el dogma católico de la inmaculada concepción de María (algo no bíblico).
La Biblia no enseña que Jesús fue puro porque vino de una mujer pura, sino porque vino del cielo:

“El segundo hombre es del cielo” (1 Corintios 15:47).
“Salí del Padre y he venido al mundo” (Juan 16:28).

3. ¿Jesús fue parte biológica de María?

Este es otro error.

Se asume que, al gestarse en su vientre, Jesús se volvió parte de María. Pero eso solo sería así si Él hubiera sido formado con sustancia de ella.

La verdad es que:
  • La placenta humana impide el cruce de sangre entre madre e hijo.
  • El embrión tiene su propia identidad genética, su propia sangre, su propio cuerpo.
  • María fue el vaso escogido, no la fuente de su carne.
Hebreos 10:5 declara: “Me preparaste cuerpo.”

No dice que fue tomado prestado del cuerpo de María.

4. El embrión viviente: el Verbo ya hecho hombre

Otro punto que pocos consideran es la dignidad y continuidad del Verbo.

Si creemos que el Verbo eterno fue reducido a espermatozoide o a una célula, entonces negamos que el Verbo era vida (Juan 1:4), y no una posibilidad de vida.

Pero si el Verbo vino ya como embrión viviente, como una nueva creación humana completa iniciada por el Espíritu Santo, entonces fue implantado en el vientre de María como hombre nuevo, como persona viva, como el pan descendido del cielo.

“El Verbo fue hecho carne” (Juan 1:14)
No dice: El Verbo fue convertido en esperma, luego en cigoto, luego en persona.

5. El primer Adán fue hecho completo, ¿por qué no el segundo?

Muchos se burlan diciendo que Jesús fue implantado en María como un embrión, “como en una incubadora”.
Pero olvidan que el primer Adán fue hecho completo fuera del útero, y que nadie lo llama “hijo de Eva”.

Si el primer hombre fue formado desde el polvo como adulto completo, ¿por qué les parece herejía a algunos que el segundo hombre sea implantado como embrión, ya completo, en el útero de María?

El segundo hombre es del cielo (1 Cor. 15:47)
El Hijo no fue hecho del hombre, sino enviado al hombre.

Conclusión

Jesús no es mitad Dios y mitad hombre. No es el hijo biológico de María y el Espíritu Santo.
Es el Verbo hecho carne, con una carne nueva, santa, viva, que descendió del cielo.

No encarnó, porque eso implicaría habitar una carne ya formada.
Vino en carne (1 Juan 4:2), es decir, vino como hombre verdadero, nuevo, creado directamente por Dios.
 
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