Salmo51

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La verdadera salvación del hombre para con Dios es por OBRAS y bajo la LEY

Introducción

Este tema enseña sobre la verdadera justicia, a la que llamaremos justicia ordinaria o justicia común.
Es la justicia que surge naturalmente de las obras bajo una ley, y que es válida y legítima en cualquier entorno normal donde hay responsabilidad, libertad y reglas.

Antes de hablar de la justicia por fe (creada por Dios para salvar a los injustos), debemos entender qué es la justicia real.
La justicia ordinaria es la que se alcanza por obras, y no por fe, buenas intenciones ni disposición emocional.

Esta enseñanza es fundamental porque aclara la raíz del conflicto entre el hombre y Dios: la justicia verdadera exige obras, y solo alguien que haya cumplido toda la ley puede ser declarado justo por el Padre.

¿Qué es la justicia ordinaria?

  • Es la justicia verdadera si quitamos el contexto especial de redención.
  • Se trata de ser aprobado por la ley mediante el cumplimiento de sus exigencias.
  • No depende de la fe ni del corazón, sino de resultados, de lo hecho, de las obras realizadas.
  • Esta justicia no admite justificación por intención, ni permite premios por deseo: exige acción, cumplimiento, obediencia exacta.
La justicia ordinaria es el único tipo de justicia que Dios reconocía antes del pecado.
Es el estándar natural para ser considerado justo en el juicio de Dios.

Ejemplos de justicia ordinaria en la Escritura y la vida

  1. Adán y la Ley original
    Dios le dio un solo mandamiento: "No comerás..."
    No le pidió fe, ni buenas intenciones. Le pidió obediencia concreta.
    Si Adán se hubiera pasado la vida deseando el fruto prohibido, pero no lo hubiera comido, no habría pecado.
    Esto demuestra que lo que importa ante la ley es el hecho, no el deseo.
  2. Parábola de los dos hijos (Mateo 21:28-31)
    Uno dijo que no iría, pero fue; el otro dijo que sí, pero no fue.
    Jesús pregunta: "¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?"
    La respuesta es clara: el que actuó, no el que prometió.
    La voluntad de Dios no se cumple con palabras sino con obras.
  3. Un profesor y un examen
    El docente no aprueba a los alumnos por simpatía o buenas intenciones.
    Solo aprueba si responden correctamente: obras, no deseos.
    A nadie se le da un título por tener ganas de estudiar. Se le da por aprobar los exámenes.
  4. El sistema judicial humano
    La justicia de los tribunales humanos se basa en hechos y pruebas.
    No se absuelve a un criminal porque tenga buen corazón: se lo juzga por lo que hizo.

¿Por qué Jesús debió venir en carne?

Porque tenía que alcanzar justicia verdadera: por obras, bajo la ley.
  • La justificación por fe no anula la justicia por obras: se construye sobre ella.
  • Para poder justificar a los injustos, primero alguien tenía que cumplir con toda justicia, perfectamente, bajo la ley.

Jesús vino al mundo como hombre, nacido bajo la ley, para hacer la voluntad del Padre.
No vino a "tener fe", sino a obedecer.
No vino a mostrar buenas intenciones, sino a cumplir toda justicia (Mateo 3:15).

Él es el único ser humano que alcanzó justicia real, plena, completa y verdadera por sus propias obras.
Y esa justicia es la que nos es imputada por la fe, pero no deja de ser una justicia por obras.

Muchos desprecian la justicia por obras y el mérito humano, pero lo hacen porque ya parten desde un entorno corrompido. En la creación original, la única forma legítima de justicia era por obras. Y para el entorno de Cristo también lo fue.

El hombre ya estaba perdido y jamás podría ofrecerle a Dios esas OBRAS que Él reclamaba. Entonces, Dios tuvo que crear un segundo Hombre que las ofrendara y sacrificara.

Así, el Verbo se hizo carne para venir a hacer esas obras y reconciliar al hombre, en su sola persona, con su Creador.
Luego, simplemente Dios nos ve a través de su Hijo amado.

Cristo vino a hacer lo que ningún hombre podía hacer. Él vivió la justicia que la ley exigía y la ofreció al Padre en sacrificio. Esta obra es tan completa que Dios puede justificar a los injustos basándose en la justicia de uno solo: Jesucristo.

Cristo: el único justo y heredero de todo

La reconciliación del Padre con la humanidad no se da directamente con nosotros. Se da en Cristo. El Padre se reconcilia con el Hijo, y a través de Él somos aceptos.
  • No es que Dios ahora ama a todos como si nada hubiera pasado. Ama a su Hijo, y todo lo que está en su Hijo.
  • Por eso hablamos de mediación: el Hijo está entre el Padre y nosotros.
  • Dios no se reconcilia con nosotros directamente, sino a través de la persona de su Hijo, en quien se complace.
"Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mateo 3:17)

Esto significa que el único hombre justo ante el Padre es Jesucristo.
Él hereda todas las cosas porque es el único que cumplió la justicia ordinaria.

Nosotros somos aceptos solo en Él. La justificación por fe no nos hace justos ante la ley, sino que nos coloca dentro del Justo.

Así, el esquema es claro y perfecto: Padre → Hijo → Nosotros.

Conclusión

La justicia verdadera, la justicia ordinaria, es por obras y bajo la ley.
Esta fue la justicia que Dios exigió desde el principio, y es la justicia que Cristo vino a cumplir en carne.

Sobre esta justicia perfecta y humana, Dios construye la posibilidad de justificar por fe a los injustos. Pero no porque cambió el estándar, sino porque alguien lo cumplió por ellos.

Cristo es el único justo. Él es el heredero legítimo de todo. Y nosotros somos salvos porque estamos en Él, no porque seamos buenos, ni porque tengamos fe, sino porque
el justo nos incluye en su victoria.
 
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