¿Cuál es el punto más fuerte del calvinismo y qué lo hace irresistible aún frente a cualquier duda que podría surgir?
La soberanía absoluta de Dios. Una iglesia gobernada por un control divino inquebrantable
Los calvinistas encuentran seguridad en que la salvación es una obra completamente de Dios, desde la elección hasta la perseverancia final.
Para ellos, Dios no solo planea el resultado, sino también los medios para llevarlo a cabo, incluido nuestro propio arrepentimiento y resistencia frente al evangelio.
El argumento de Romanos 8:28‑30 se presenta a menudo como la prueba bíblica más contundente:
¿Por qué esto convence incluso a quienes dudan?
Porque el creyente siente una paz profunda al no depender su salvación de su voluntad ni de sus fluctuaciones, sino del firme propósito de Dios.
Lo seduce el que no sea él quien deba decidir ni cooperar, sino que es Dios mismo quien lo elige y lo convierte asegurando su victoria final.
Lo libera del orgullo de pensar que fue por su decisión o fe humana que llegó a Dios. Convierte su salvación en una obra directa de Su gracia.
El sistema TULIP (Depravación Total, Elección Incondicional, Expiación Limitada, Gracia Irresistible, Perseverancia de los Santos) le ofrece una explicación completa del problema humano, la necesidad del sacrificio, la forma de salvación y la certeza final y le provee un marco que le da sentido lógico y espiritual a las Escrituras, incluyendo pasajes difíciles como Juan 6 o Romanos 9.
Y para muchos, esos elementos combinados representan la cima de la claridad bíblica: Dios hace, Dios elige y Dios guarda.
Y esa visión, de autonomía humana impecable, es lo que empieza a convencer, más allá de CUALQUIER duda, de que el calvinismo a dado verdaderamente en el clavo.
La soberanía absoluta de Dios. Una iglesia gobernada por un control divino inquebrantable
Los calvinistas encuentran seguridad en que la salvación es una obra completamente de Dios, desde la elección hasta la perseverancia final.
Para ellos, Dios no solo planea el resultado, sino también los medios para llevarlo a cabo, incluido nuestro propio arrepentimiento y resistencia frente al evangelio.
El argumento de Romanos 8:28‑30 se presenta a menudo como la prueba bíblica más contundente:
¿Por qué esto convence incluso a quienes dudan?
Porque el creyente siente una paz profunda al no depender su salvación de su voluntad ni de sus fluctuaciones, sino del firme propósito de Dios.
Lo seduce el que no sea él quien deba decidir ni cooperar, sino que es Dios mismo quien lo elige y lo convierte asegurando su victoria final.
Lo libera del orgullo de pensar que fue por su decisión o fe humana que llegó a Dios. Convierte su salvación en una obra directa de Su gracia.
El sistema TULIP (Depravación Total, Elección Incondicional, Expiación Limitada, Gracia Irresistible, Perseverancia de los Santos) le ofrece una explicación completa del problema humano, la necesidad del sacrificio, la forma de salvación y la certeza final y le provee un marco que le da sentido lógico y espiritual a las Escrituras, incluyendo pasajes difíciles como Juan 6 o Romanos 9.
Y para muchos, esos elementos combinados representan la cima de la claridad bíblica: Dios hace, Dios elige y Dios guarda.
Y esa visión, de autonomía humana impecable, es lo que empieza a convencer, más allá de CUALQUIER duda, de que el calvinismo a dado verdaderamente en el clavo.