Así como todos los hombres morimos en Adán sin pedirlo ni entenderlo, así también todos son comprados de esa muerte para resurrección en Cristo, sin que nadie lo haya solicitado y menos colaborado.

“Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados.” (1 Co 15:22)
No dice: “los que acepten”, ni “los que crean”, sino “en Cristo”, lo cual es una realidad objetiva establecida por Dios.
La gracia es la instalación de un nuevo Hombre, una nueva Cabeza y un nuevo orden humano en lugar del anterior.

Y esta operación no depende de la voluntad humana sino de la voluntad soberana de Dios:
“Por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Ro 5:19)
No dice que se "ofrece" justicia, sino que se "constituye" una nueva realidad humana.

Así como el hombre no eligió morir en Adán, tampoco eligió que Cristo lo haya sustituido y comprado para vida.
 
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