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Primero que nada sabemos que bajo la ley por obras, el pecador no tiene ninguna esperanza.
Romanos 3:19–20
«Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios.
Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él, porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.»
Gálatas 3:10
«Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición…»
Es decir:
Gálatas 4:4–5
«Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,
para que redimiese a los que estaban bajo la ley…»
Romanos 5:18–19
«Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres,
de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores,
así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.»
Romanos 10:4
«Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.»
Ahí se ve claro:
una vida humana perfecta, bajo la ley, ofrecida al Padre en obediencia hasta la muerte.
Filipenses 2:8
«…haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.»
Hebreos 5:8–9
«Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;
y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación…»
Tercero, al cumplir la justicia bajo la ley por todos, Cristo adquiere derecho sobre todos.
Hebreos 2:9
«…para que gustase la muerte por todos.»
2 Corintios 5:14–15
«…si uno murió por todos, luego todos murieron;
y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.»
1 Corintios 6:20
«Porque habéis sido comprados por precio…»
1 Corintios 7:23
«Por precio fuisteis comprados…»
1 Timoteo 2:5–6
«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
el cual se dio a sí mismo en rescate por todos…»
Es decir:
Romanos 3:21–22
«Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios…
la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él…»
Romanos 3:26
«…a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.»
Juan 3:18
«El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.»
Juan 12:48
«El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue;
la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.»
El pecador está bajo el juicio de la ley por obras, y bajo ese juicio no tiene esperanza alguna, porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Dios.
Para que la vida de cada uno pueda ser reevaluada bajo otro paradigma, Dios primero resuelve la justicia por obras en un segundo Hombre.
Jesús viene al mundo como segundo hombre, nacido bajo la ley, para justificar al hombre por obras y bajo la ley de manera representativa.
Por su obediencia perfecta y su muerte, paga la deuda de todos, y así nos adquiere a todos.
Desde ese momento, la evaluación ya no es por las obras de la ley, sino por la fe, es decir, por nuestra disposición hacia la palabra de Dios y hacia su Hijo: el que cree en él no es condenado, y el que le rechaza es juzgado por la palabra que él ha hablado.
Romanos 3:19–20
«Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios.
Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él, porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.»
Gálatas 3:10
«Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición…»
Es decir:
- La ley exige obediencia perfecta.
- El hombre caído no puede alcanzarla.
- Por tanto, bajo ese juicio por obras, ningún pecador puede ser declarado justo.
Gálatas 4:4–5
«Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,
para que redimiese a los que estaban bajo la ley…»
Romanos 5:18–19
«Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres,
de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores,
así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.»
Romanos 10:4
«Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.»
Ahí se ve claro:
- El Hijo viene como Hombre,
- entra bajo la misma ley que condena a todos,
- vive en obediencia perfecta,
- y su justicia es presentada delante de Dios como justicia humana verdadera.
una vida humana perfecta, bajo la ley, ofrecida al Padre en obediencia hasta la muerte.
Filipenses 2:8
«…haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.»
Hebreos 5:8–9
«Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;
y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación…»
Tercero, al cumplir la justicia bajo la ley por todos, Cristo adquiere derecho sobre todos.
Hebreos 2:9
«…para que gustase la muerte por todos.»
2 Corintios 5:14–15
«…si uno murió por todos, luego todos murieron;
y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.»
1 Corintios 6:20
«Porque habéis sido comprados por precio…»
1 Corintios 7:23
«Por precio fuisteis comprados…»
1 Timoteo 2:5–6
«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
el cual se dio a sí mismo en rescate por todos…»
Es decir:
- Cristo, como segundo Hombre, paga la deuda que la ley exigía,
- su obediencia y su muerte valen delante de Dios en lugar de todos,
- y así, por derecho de compra, todos quedan bajo su señorío.
Romanos 3:21–22
«Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios…
la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él…»
Romanos 3:26
«…a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.»
Juan 3:18
«El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.»
Juan 12:48
«El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue;
la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.»
El pecador está bajo el juicio de la ley por obras, y bajo ese juicio no tiene esperanza alguna, porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Dios.
Para que la vida de cada uno pueda ser reevaluada bajo otro paradigma, Dios primero resuelve la justicia por obras en un segundo Hombre.
Jesús viene al mundo como segundo hombre, nacido bajo la ley, para justificar al hombre por obras y bajo la ley de manera representativa.
Por su obediencia perfecta y su muerte, paga la deuda de todos, y así nos adquiere a todos.
Desde ese momento, la evaluación ya no es por las obras de la ley, sino por la fe, es decir, por nuestra disposición hacia la palabra de Dios y hacia su Hijo: el que cree en él no es condenado, y el que le rechaza es juzgado por la palabra que él ha hablado.