Este despojo no fue solo de su forma gloriosa, sino también de sus atributos funcionales.“El cual, siendo en forma de Dios… se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres.” (Filipenses 2:6–7)
No vino con recuerdos de gloria ni sabiduría automática, porque entonces no habría sido verdaderamente hombre.
Jesús creció en conocimiento y sabiduría
“Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.” (Lucas 2:40)
Si “crecía en sabiduría”, es porque no tenía toda la sabiduría desde el inicio.“Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.” (Lucas 2:52)
No era omnisciente.
Aprendía como cualquier niño, pero sin pecado.
Esto demuestra que su mente no tenía memoria de su estado anterior, sino que recibía conocimiento de su identidad a través de las Escrituras, del testimonio del Espíritu y de sus padres fieles.
Su aprendizaje fue por revelación, no por recuerdos
Jesús dijo:
“El Padre me enseñó.” (Juan 8:28)
No dice: “Recuerdo todo lo que sabía antes”, sino que recibía instrucción directa del Padre. Eso implica dependencia, humildad y aprendizaje.“El que me envió, conmigo está… porque yo hago siempre lo que le agrada.” (Juan 8:29)
Si hubiera venido con memoria divina activa, no habría necesitado que el Espíritu descendiera sobre Él, ni que la voz del cielo le afirmara su identidad (Lucas 3:21–22).
Conclusión
- El despojo del Hijo incluyó su memoria previa, su sabiduría celestial y su gloria.
- Vino como un bebé real, con una mente humana que debía crecer y aprender.
- Fue instruido por sus padres terrenales fieles (José y María), por las Escrituras, y por el mismo Padre celestial.
- Su conciencia mesiánica se fue desarrollando conforme al testimonio de Dios, no por recuerdos preexistentes.
“Aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia.” (Hebreos 5:8)
Esto confirma su humanidad real, y todo lo que niegue esta verdad cae bajo el juicio de 1 Juan 4:3.