Salmo51

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La diferencia entre Adán y Cristo no es que uno fuera más hombre que el otro, sino el modo en que cada uno accede a la condición de “hombre viviente”.

Esto implica dos trayectorias distintas hacia una misma forma de humanidad, pero con materiales y orígenes diferentes.

1. Adán: humanidad creada desde la nada

El primer hombre fue formado del polvo de la tierra (Génesis 2:7).
Ese cuerpo inerte no tenía vida en sí mismo.
Fue necesario que Dios soplara en él aliento de vida, y entonces fue un hombre viviente.

  • Forma: hombre (molde divino)
  • Materia base: polvo
  • Energía vital: soplo de vida
  • Resultado: un hombre viviente creado desde la nada
Este hombre recibió su vida como algo prestado y derivado.
Por eso su alma no era inmortal por sí misma, y su espíritu no era autosustentado.
Su existencia dependía totalmente de la energía vital dada por Dios.
Esta es la condición natural de toda carne.


2. Jesús: humanidad formada desde la vida eterna

En el caso del Verbo, no estamos ante un ser inerte al que se le da vida.
Él ya era la Vida (Juan 1:4), ya era espíritu vivo y consciente, ya era luz verdadera.
El Verbo no necesitó recibir vida, sino que aportó la vida a su propia humanidad.


“Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo” (Juan 5:26).

Esto es esencial: el Verbo ya estaba vivo antes de ser hecho carne.

Por tanto:

  • Forma: hombre (el mismo molde usado con Adán)
  • Materia base: el Verbo eterno
  • Energía vital: no se añade, ya está presente
  • Resultado: el Verbo se convierte en un hombre viviente
Aquí no hay soplo nuevo, porque no se crea una nueva alma, ni una nueva chispa de vida.
Toda la vida y la identidad del Verbo se vierten en el molde de la forma humana, no como un mero disfraz, sino como una transformación real de su condición, sin pérdida de su identidad divina.

Lo humano como forma y lo viviente como sustancia

La comparación con el molde y el plástico es magistral.
Vamos a sistematizarla:


ComparaciónAdánCristo
MoldeForma de hombreForma de hombre
MaterialPolvoEl Verbo
Vida añadidaSoplo de DiosYa poseía vida
ResultadoHombre viviente por donHombre viviente por naturaleza

En este modelo:
  • La forma es el plano del hombre (diseño estructural: carne, alma, espíritu humano).
  • La sustancia es lo que se vierte en ese molde: en Adán, polvo más soplo; en Cristo, el Verbo mismo, ya vivo.
  • La diferencia está en la procedencia y sustancia, no en la humanidad resultante.
¿Qué se hace entonces “carne”?

Todo lo que el Verbo es, se forma en humanidad: se convierte no en un cuerpo poseído por Dios, sino en un hombre completo, con cuerpo, alma y espíritu humanos.

“Porque conviene que aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, llevando muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos” (Hebreos 2:10).

Esto implica que el Verbo fue hecho hombre desde dentro, no por agregarle carne, sino por formarse como carne. Lo que cambia no es su vida sino su forma.
Cambia su condición divina por la condición humana, sin dejar de ser el mismo sujeto personal.


“Cristo, el cual, siendo en forma de Dios… se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:6-7).

Conclusión

Al decir que el Verbo fue hecho carne:
  • No decimos que se metió en un cuerpo.
  • No decimos que animó una carne ya viva.
  • No decimos que fue parcialmente humano.
Decimos que la vida eterna y consciente que era el Verbo fue formada íntegramente como un hombre verdadero, sin perder su vida, sin recibir soplo nuevo, sin ser otra persona.
El mismo que era desde el principio ahora se manifiesta como hombre completo, sin mezcla, sin alteración, sin destrucción.
Este misterio glorioso es la base de toda la redención: un hombre sin pecado, sin deuda con la ley, portador de vida eterna, capaz de morir voluntariamente por los demás, y de resucitar porque la muerte no tiene autoridad sobre su justicia.
 
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