Salmo51

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¿Qué enseña el calvinismo clásico?

El calvinismo clásico afirma que, como consecuencia de la caída de Adán, toda la humanidad quedó en un estado de depravación total.

Esto no significa que el hombre sea tan malo como podría ser, sino que todas las facultades del ser humano, mente, voluntad, emociones, cuerpo, están corrompidas por el pecado, de modo que el hombre no puede, por naturaleza, buscar a Dios, responder al evangelio ni desear su propia salvación.

Este punto tiene una función clave dentro del sistema calvinista: justificar la necesidad de una salvación monergista.

Es decir, si el hombre está muerto espiritualmente, entonces no puede cooperar en su conversión.

La depravación total asegura que la salvación no puede depender de la voluntad humana, lo cual refuerza la idea de que Dios es quien debe regenerar primero para que el hombre pueda responder después.

Por eso, este punto está diseñado para cerrar el paso a cualquier modelo sinérgico de salvación.

Si el hombre no puede creer por sí mismo, entonces la gracia debe ser irresistible, la elección debe ser incondicional, y la expiación debe aplicarse eficazmente sólo a los elegidos.

En resumen, la depravación total es la base del edificio calvinista, porque sin ella se derrumbaría la necesidad del resto de los puntos del TULIP.

Ahora bien...


¿Qué nos dice la Escritura?

Génesis 2:17
...mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

Génesis 3:7
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos...

Génesis 3:19
Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

Génesis 3:22
Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.

Génesis 3:24
Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.

Romanos 5:12
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

Romanos 6:23
Porque la paga del pecado es muerte…

La Escritura afirma con claridad que Adán y Eva, por haber comido del árbol que se les mandó no comer, corrompieron su naturaleza humana (Génesis 3:7).

Y la corrompieron de tal forma, que Dios les cerró el camino a poder vivir para siempre, no por su ira o enojo, sino porque esa corrupción era contraria con su carácter justo y santo (Génesis 3:22).

Así es como entró la muerte a la humanidad (Génesis 3:19, Romanos 5:12).

Pero acá hay una pregunta que todos nos debemos contestar...

¿Por qué Adán y Eva no murieron de manera instantánea al pie del árbol como Ananías y Safira, si Dios les había asegurado que si comían ciertamente morirían?

Porque Dios ya había decidido soberanamente salvar al hombre y lo soportó en desobediencia por causa de la esperanza de aquella redención futura. Como luego se explicita en Romanos 8:20: "la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza".
Y aparte Dios quería una descendencia para Él a la cuál salvar.

Por eso, la raíz del problema humano no es el grado de su corrupción, sino que con esa corrupción inherente el hombre no puede aspirar a vivir para siempre (Génesis 3:22).

Como podemos notar, la depravación total, como la plantea el calvinismo, confunde aquel destino de muerte con una supuesta incapacidad absoluta para responder frente a Dios.

Pero la Escritura no dice que el hombre no pueda escuchar lo que se le dice, o creer lo que oye, y hasta arrepentirse si se convence.
Lo que sí dice es que aunque se le buscara, se le predicara, oyere, creyere y hasta se arrepintiese, su destino no podría cambiar porque ya está cerrado para Dios.
Seguiría condenado, porque lo que está corrompido no puede heredar la incorrupción (1 Corintios 15:50).

¿Y qué alfarero se detendría a reparar un vaso de barro roto que ya ha decidido desechar para formar uno completamente nuevo?

Nunca se trató de sí el viejo hombre puede o no puede hacer algo cuando Dios ya ha pensado en reemplazarlo.

El viejo hombre está marcado para morir y la salvación pasa por una nueva creación. Una segunda creación humana.

El verdadero problema del viejo hombre no es que pueda o no colaborar con Dios, sino que ya fue excluido de la vida eterna.
No puede hacer nada ni cambiar nada. Ya nace sentenciado a muerte.
No importa cuánto se esfuerce, ni cuánto crea, ni cuán sincero sea su arrepentimiento: la muerte ya pesa sobre él aún antes de poder actuar o elegir.

Tampoco el libre albedrío decidido por Dios es el problema a resolver, sino que ante la santidad y justicia de Dios una naturaleza corrupta solo puede ser reemplazada, NUNCA reparada.

Para terminar, la salvación debe ser completamente monergista, no porque el viejo hombre no quiera salvarse, sino porque ya nace corrompido y sentenciado a muerte. Y Dios necesita crear un segundo hombre que no lo esté.
Y esto solo Dios lo puede hacer.

Resumiendo...

La depravación total de la humanidad se resuelve con un nuevo hombre (Jesucristo) sin aquella depravación.
Un segundo hombre.
Y "segundo" porque es un hombre formado de la misma humanidad ya existente y creada por Dios en Génesis 1:26:
"Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza"

Un hombre hecho a partir del mismo molde del primero.
Que vendría a oficiar de postrer Adán como cabeza federal de los engendrados por Dios.

La Escritura no ofrece un remedio para mejorar al viejo hombre, sino que anuncia el nacimiento de un nuevo hombre:

Juan 3:3 — Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Juan 3:7 — No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
2 Corintios 5:17 — De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Efesios 4:24 — y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Colosenses 3:10 — y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno.
1 Corintios 15:45 — Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.
1 Corintios 15:47 — El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.
Romanos 6:6 — sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.

La muerte del viejo hombre en la cruz de Cristo es el cumplimiento total del "ciertamente morirás".

Y así, cuando Jesús exclama: "Consumado es", termina aquel capítulo iniciado con Adán.
Esa muerte era inevitable, y fue ejecutada, no en el huerto, sino en el Calvario, donde se selló el juicio contra la carne y se abrió la puerta a una nueva creación.

La solución de Dios no fue mejorar al caído, sino formar un nuevo hombre, del cielo, no corrompido, justo y verdaderamente libre.

Así se resuelve la depravación total: no con reforma, sino con recreación. No con reparación, sino mediante resurrección.
¿Y qué pasa con la postura arminiana?

El arminianismo también sostiene una forma de depravación total, pero introduce el concepto de una "gracia preveniente" que restaura parcialmente la capacidad humana para elegir a Cristo.

Sin embargo, esta idea sugiere que la solución de Dios no fue pasa por matar al viejo hombre y crear uno nuevo, sino darle al viejo hombre una nueva oportunidad de decidir. Esto no es lo que enseña la Escritura.

La Biblia no habla de una rehabilitación progresiva del viejo hombre, sino de su crucifixión definitiva y de la creación de uno nuevo.
El problema no es solo moral, sino ontológico. Se requiere de muerte y resurrección.

Por tanto, la solución bíblica a la depravación no es restaurar la libertad del viejo hombre, sino acabar con él y levantar en su lugar uno nuevo, en Cristo.

La salvación nada tiene que ver con la depravación sino con Jesucristo.
 
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