Salmo51

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Un nuevo comienzo: "Un segundo Adán"


Fundamento bíblico
La idea de que Dios respondió a la corrupción del primer hombre (Adán) formando a otro hombre, un “segundo Adán”, tiene un fuerte respaldo en las Escrituras. El Nuevo Testamento compara explícitamente a Jesús con Adán en al menos dos pasajes clave.
El apóstol Pablo enseña que así como por la desobediencia de un solo hombre (Adán) entraron el pecado y la muerte al mundo, por la obediencia de otro hombre (Cristo) vinieron la justicia y la vida.
En palabras de Pablo: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”.
Este paralelo muestra a Cristo como el nuevo principio para la humanidad, anulando el fracaso del primero.

Pablo llega a llamar a Jesús “el último Adán” y “el segundo hombre”.
En 1 Corintios 15:45-47 leemos: “El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente; el último Adán, espíritu que da vida...
El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo
.
Esto indica que Jesús vino del cielo como el iniciador de una nueva creación humana, hecho del Verbo divino, contrastando con Adán, hecho del polvo de la tierra.
Mientras que heredamos de Adán una naturaleza corrupta y mortal, un cuerpo de muerte, en Cristo se nos promete una naturaleza humana nueva no corrupta.
Como explica Pablo, “así como hemos traído la imagen del terrenal (Adán), traeremos también la imagen del celestial (Cristo)”.
En resumen, bíblicamente Dios no abandonó su proyecto inicial pese a la caída; sino que se proveyó un “segundo Adán” para reconstruir lo que el primero arruinó.
La obediencia perfecta de Cristo durante toda su vida hasta su muerte es presentada en la Biblia como la respuesta a la desobediencia y pecado de Adán, logrando la reconciliación del hombre con Dios, en la persona de este segundo hombre, y una nueva vida para todos los que están unidos a Él por la fe.

Además, el concepto de “nueva creación” confirma esta idea.
La Escritura dice que “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17).

Dios, en lugar de renunciar a la humanidad corrompida, inició en Jesús una nueva humanidad sin ella.
Por eso Jesús es llamado “el primogénito” de una nueva familia de hombres santos (Romanos 8:29).
En Cristo, Dios efectivamente vuelve a empezar con la humanidad, no creando una especie distinta, sino formando un segundo hombre a partir de una única humanidad ya empleada en la creación del primer hombre.
Este Segundo Adán, a diferencia del primero, agrada a Dios en todo (ofrendas y sacrificios), abriendo el camino para que seamos insertados en él como una nueva cabeza federal, restaurados a la comunión con Dios mediante su preciosa mediación.

Apoyo en la enseñanza cristiana actual

Esta interpretación, Jesucristo como “Segundo” o “Nuevo Adán” que rehace espiritualmente la creación caída, es ampliamente aceptada en el cristianismo histórico y contemporáneo, desde diversas corrientes doctrinales:
  • Tradición e Iglesia Católica: El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que desde la caída Dios anunció misteriosamente una victoria sobre el mal mediante un nuevo Adán. Cristo, “por su obediencia hasta la muerte en la cruz”, repara con creces la desobediencia del primer Adán. Es decir, la Iglesia católica ve a Jesús como el nuevo cabeza de la humanidad redimida, tal como lo enseñaron los numerosos Padres reconocidos por dicha Iglesia. San Ireneo (s. II) por ejemplo describió a Cristo como el “nuevo Adán” cuya obediencia en un madero (la cruz) deshace la desobediencia de Adán en el árbol del Edén. En la teología católica es común este paralelo: así como toda la humanidad quedó involucrada en el pecado por Adán, toda la salvación nos viene por Cristo, el nuevo Adán.
  • Perspectiva evangélica y protestante: Las iglesias protestantes (Católicas en protesto) y las evangélicas, basándose en la Biblia, igualmente enseñan que Jesús cumplió el papel de un “segundo hombre” que inicia una nueva raza espiritual. Teólogos y pastores suelen señalar que la obra representativa de Cristo frente al pecado es paralela (y opuesta) a la de Adán. Por ejemplo, autores "reformados" enfatizan que “la obediencia de Cristo es la respuesta a la desobediencia de Adán”, viendo a ambos como dos cabezas bajo las cuales cae toda la humanidad. De hecho, se ha dicho que Dios considera a la humanidad como colgando del cinturón de dos hombres: Adán o Cristo. En la enseñanza evangélica popular, se predica que Dios inauguró una “nueva raza” con Jesús. Un ejemplo lo expresa así: “Una nueva raza está por comenzar en la tierra. [Dios dice:] ‘Les estoy enviando a un segundo Adán, y él será el primer nacido de esta raza’”. Según esta predicación, Dios no volvió la espalda a la humanidad caída, sino que proveyó un nuevo hombre perfecto, Jesucristo, para crear un pueblo nuevo y santo de todas las naciones. Todos los que nacen de nuevo por la fe en Cristo pasan a formar parte de esta “simiente espiritual” encabezada por el último Adán.
En conclusión, sí es bíblico sostener que Dios enfrentó la corrupción del hombre introduciendo a Jesucristo como un Segundo Adán. Lejos de renunciar a Su creación, Dios sustentó en Cristo una nueva creación (Gl 6:15) que redime a la antigua. Tanto la Biblia como la teología cristiana coinciden en que Jesús vino a rectificar y superar la caída de Adán: por un hombre vino la ruina, y por otro hombre vino la salvación. Esta verdad es fundamental en el cristianismo actual, proclamada en la predicación, la enseñanza doctrinal y la reflexión teológica de prácticamente todas las denominaciones, confirmando que en Jesús Dios inició de nuevo, y definitivamente, la restauración de la creación perdida.

Fuentes consultadas: Pasajes bíblicos (Romanos 5:12-19; 1 Corintios 15:21-22, 45-49; 2 Corintios 5:17); Catecismo de la Iglesia Católica (pár. 410-411); ensayos teológicos y sermones cristianos contemporáneos, entre otros.
 
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