El punto más fuerte del calvinismo es que la salvación no depende en absoluto de nosotros, sino que es un regalo del cielo que proviene enteramente de Dios.
Y como la mayoría de los que se acercan a Dios no está conforme con la vida que lleva, este mensaje les asegura una audiencia muy motivada a escuchar lo que se les está diciendo.
Mucho más cuando, además, se les afirma que nadie puede buscar a Dios, y que si alguien lo hace, es porque Él mismo lo atrajo.
Ahora bien, para justificar la necesidad de una salvación totalmente divina, les es necesario anular completamente al hombre, y es allí donde surge la famosa Depravación Total: una suerte de condición comparable a la misma muerte física, una "muerte espiritual", en donde al pecador no le interesa Dios en lo absoluto. Ni puede interesarle.
¿Y dónde está el problema con esta predicación?
La realidad es que esta explicación está completamente errada.
No necesitaban inventar la Depravación Total para justificar que nuestra salvación debía venir enteramente de Dios.
Dejemos en claro desde el principio que creemos en una salvación absolutamente monergista. (Provisionistas y arminianos, no tienen que dejar de leer).
El problema, en realidad, radica en que el pecado de Adán y Eva causó en ellos dos terribles consecuencias: primero, una corrupción inaceptable ante la santidad y justicia divinas; y segundo, la decisión del mismo Creador de que, en ese estado, el hombre no podría vivir para siempre. Y por eso nacemos con una expectativa de vida limitada. Nacemos mortales.
Por lo tanto, la corrupción humana heredada es solo uno de los dos problemas que acarreamos los descendientes de Adán, pero el más importante es que, en nuestro estado natural, no podemos vivir para siempre por sentencia misma de nuestro Creador.
La salvación monergista divina, entonces, encaraba tres desafíos:
Cubrir toda injusticia de cara al pasado, descorromper al hombre, y de cara al futuro, asegurarse su incorruptibilidad perpetua.
Y como cualquiera puede notar, en ninguna de estas tres cosas puede colaborar el hombre.
Tengamos en mente, entonces, estas tres cosas: la sentencia de muerte por nuestro estado inherente de corrupción, nuestra corrupción misma como afrenta a la santidad y justicia divinas y una eternidad en justicia y santidad perfectas.
Génesis 3:22
“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre..., que no alargue su mano, y tome del árbol de la vida, coma, y viva para siempre.”
Romanos 3:23
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios..."
Romanos 5:12
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.”
1 Corintios 15:50
“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.”
1 Corintios 15:53-54
“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”
Romanos 7:24
“¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”
Y como la mayoría de los que se acercan a Dios no está conforme con la vida que lleva, este mensaje les asegura una audiencia muy motivada a escuchar lo que se les está diciendo.
Mucho más cuando, además, se les afirma que nadie puede buscar a Dios, y que si alguien lo hace, es porque Él mismo lo atrajo.
Ahora bien, para justificar la necesidad de una salvación totalmente divina, les es necesario anular completamente al hombre, y es allí donde surge la famosa Depravación Total: una suerte de condición comparable a la misma muerte física, una "muerte espiritual", en donde al pecador no le interesa Dios en lo absoluto. Ni puede interesarle.
¿Y dónde está el problema con esta predicación?
La realidad es que esta explicación está completamente errada.
No necesitaban inventar la Depravación Total para justificar que nuestra salvación debía venir enteramente de Dios.
Dejemos en claro desde el principio que creemos en una salvación absolutamente monergista. (Provisionistas y arminianos, no tienen que dejar de leer).
El problema, en realidad, radica en que el pecado de Adán y Eva causó en ellos dos terribles consecuencias: primero, una corrupción inaceptable ante la santidad y justicia divinas; y segundo, la decisión del mismo Creador de que, en ese estado, el hombre no podría vivir para siempre. Y por eso nacemos con una expectativa de vida limitada. Nacemos mortales.
Por lo tanto, la corrupción humana heredada es solo uno de los dos problemas que acarreamos los descendientes de Adán, pero el más importante es que, en nuestro estado natural, no podemos vivir para siempre por sentencia misma de nuestro Creador.
La salvación monergista divina, entonces, encaraba tres desafíos:
Cubrir toda injusticia de cara al pasado, descorromper al hombre, y de cara al futuro, asegurarse su incorruptibilidad perpetua.
Y como cualquiera puede notar, en ninguna de estas tres cosas puede colaborar el hombre.
Tengamos en mente, entonces, estas tres cosas: la sentencia de muerte por nuestro estado inherente de corrupción, nuestra corrupción misma como afrenta a la santidad y justicia divinas y una eternidad en justicia y santidad perfectas.
Génesis 3:22
“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre..., que no alargue su mano, y tome del árbol de la vida, coma, y viva para siempre.”
Romanos 3:23
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios..."
Romanos 5:12
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.”
1 Corintios 15:50
“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.”
1 Corintios 15:53-54
“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”
Romanos 7:24
“¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?”