Salmo51

Administrador

1. ¿Qué enseña el calvinismo con la expiación limitada?

La "L" de TULIP representa la expiación limitada, también llamada "redención particular". Esta enseñanza afirma que Jesucristo muró exclusivamente por los elegidos, es decir, que su muerte no fue para todos, sino solo para aquellos que Dios había predestinado para salvación.

Según esta doctrina:

  • Cristo no intentó salvar a todos, sino solo a los elegidos.
  • Su sangre no fue derramada por la humanidad entera, sino solo por aquellos a quienes Dios determinó salvar.
  • La expiación es eficaz solo para los escogidos y no tiene valor alguno para los demás.
El argumento es que si Cristo muriera por todos pero no todos se salvan, entonces su sacrificio sería ineficaz en muchos casos. Por tanto, la expiación debe limitarse a los que efectivamente se salvarán.
 

2. Propósito teológico de esta enseñanza

La finalidad de la expiación limitada es preservar la eficacia del sacrificio de Cristo.
Se razona que si Cristo murió por todos pero no todos se salvan, su obra fue en parte frustrada o ineficaz.
Para evitar esto, se propone que Cristo solo murió por quienes serán efectivamente salvos.
 

3. Problemas críticos y contradicciones bíblicas


a) Contradice la universalidad del ofrecimiento del evangelio

La Biblia presenta la muerte de Cristo como una provisión para todos los hombres:
"Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo." (1 Juan 2:2)
"Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos." (1 Timoteo 2:5-6)

b) Minimiza el alcance del amor de Dios

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito..." (Juan 3:16)
La expresión "al mundo" se vacía de contenido si se restringe a un grupo secreto de elegidos.

c) Divide arbitrariamente la eficacia y la suficiencia de la cruz

Para defender la doctrina, algunos afirman que la cruz fue "suficiente para todos, pero eficaz solo para los elegidos". Esta afirmación no tiene respaldo explícito en la Escritura y genera una tensión artificial que oscurece la claridad del evangelio.
 

4. La expiación según las Escrituras: plena, real y universal


La Biblia enseña que la muerte de Cristo fue realmente sustituta, totalmente suficiente y universal en alcance:
"El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29)
"Cristo murió por los impíos" (Romanos 5:6)
"Uno murió por todos, luego todos murieron" (2 Corintios 5:14)

Cristo muere por todos los hombres, y en ese acto se cumple el juicio divino bajo la ley sobre toda la humanidad.
 

5. Perspectiva de la sustitución real y nueva creación


Desde esta teología, la expiación de Cristo es una y universal. Su muerte resuelve completamente el juicio que la ley impone sobre todos los hombres por causa del pecado de Adán. El sacrificio satisface la justicia del Padre bajo el primer pacto, redimiendo a todos del castigo final de la primera muerte.

Sin embargo, las Escrituras muestran dos juicios distintos:

  1. El juicio del Padre, según el primer pacto: Bajo la ley, el hombre fue hallado culpable y condenado a morir. La muerte de Cristo paga esa deuda y permite que todos, sin excepción, sean justificados ante la ley y puedan ser resucitados. Es una acción unilateral de gracia basada en la obediencia perfecta de Cristo, no en las obras del hombre.
  2. El juicio del Hijo, según el nuevo pacto: Ahora que la justicia de la ley ha sido satisfecha, el Hijo tiene autoridad para juzgar a cada uno según su fe. Este juicio ya no se basa en obras bajo la ley, sino en la respuesta a la palabra del evangelio. Aquellos que creen y se someten a su señorío reciben vida eterna; los que lo rechazan, resucitan para condenación.
"El Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo" (Juan 5:22)
"Vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Juan 5:28-29)

Este doble juicio explica por qué todos los hombres resucitan por gracia, pero no todos entran en la vida eterna. La expiación quita la muerte bajo la ley; la fe determina el destino final bajo la gracia.

 

6. Conclusión


La expiación limitada no refleja ni el alcance del sacrificio de Cristo ni la justicia imparcial de Dios.

La Escritura revela una expiación plena, real y universal, que satisface el juicio del Padre bajo el primer pacto, y que allana el camino para un nuevo juicio, ahora en manos del Hijo. La cruz no fue un intento, sino una victoria completa sobre la ley y la muerte.

Todos son redimidos de la muerte por la obediencia de uno. Todos resucitan. Pero el Señor resucitado separará a los suyos según la fe.

La cruz es para todos. La vida eterna es para los que creen y obedecen al Hijo.
 

7. Advertencia contra minimizar la sangre de Cristo


Negar que la sangre de Cristo pueda revertir el daño causado por Adán para toda la humanidad es un acto temerario y doctrinalmente insostenible.
Implica que el poder redentor del Hijo de Dios es menor que la transgresión del primer hombre.


"Porque si por la transgresión de uno murieron los muchos, mucho más abundaron para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo." (Romanos 5:15)
"Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia." (Romanos 5:20)

El evangelio proclama que Dios, en Cristo, venció el poder del pecado y de la muerte con una obra perfecta, definitiva y eficaz. No hay pecado que supere la justicia alcanzada por Cristo, ni hay corrupción que no pueda ser juzgada y extinguida por su muerte.

Afirmar que su sangre no fue suficiente para revertir la caída de Adán es afirmar que el diablo fue más eficaz en destruir que Dios en salvar, lo cual es herejía manifiesta.

La sangre de Cristo no fracasa. Es eficaz, poderosa y suficiente para todos. Quienes no alcanzan vida eterna no lo hacen por falta de poder en la cruz, sino por rechazo voluntario al Hijo que resucitó para ejercer su señorío sobre los que redimió.


"La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1:7)
 
Volver
Arriba