Salmo51

Administrador

1. ¿Qué enseña el calvinismo con la depravación total?

La doctrina de la depravación total sostiene que el hombre, como resultado de la caída de Adán, está completamente corrompido en todas las facultades de su ser: intelecto, voluntad, emociones, conciencia y cuerpo.

Según esta enseñanza:

  • El hombre no puede buscar a Dios por sí mismo.
  • Está moral y espiritualmente muerto.
  • No tiene libre albedrío real para escoger el bien espiritual.
  • Por tanto, no puede tener fe a menos que Dios lo regenere primero.
Esta doctrina se presenta como el fundamento del sistema calvinista, y de ella se derivan lógicamente otros puntos: elección incondicional, gracia irresistible, y perseverancia de los santos.
 

2. Propósito doctrinal de esta enseñanza

Meditando sobre la depravación total se puede entender que el calvinismo está tratando de definir la condición real del hombre que pueda ameritar su salvación.

Es decir:

“¿Por qué debe haber salvación? ... Pues porque hay perdición.”

Y al establecer que el hombre está totalmente corrompido, el sistema justifica que la salvación debe ser completamente dependiente de la acción unilateral de Dios.

Pero si vamos a las Escrituras, vemos que las consecuencias del pecado original están claramente expuestas en Génesis 3:22:

"He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal. Ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre."

El problema no es solo moral o espiritual. El hombre alcanzó un conocimiento prohibido que corrompió su ser, y entonces ya no podrá vivir para siempre en dicho estado.
Así se cumple lo advertido por Dios:

"El día que de él comieres, ciertamente morirás."

La verdadera perdición no es solo la corrupción moral, sino la imposibilidad de seguir viviendo en ese estado corrompido.
Ahí radica la necesidad de salvación: el hombre debe morir, y solo Dios puede volver a darle vida.

Ahora bien, esto plantea una cuestión teológica más profunda: el propósito de Dios con el hombre se frustró, y el daño provocado fue irreversible.
Ante esta situación, Dios enfrenta dos alternativas:

  1. Renunciar a su propósito de tener una criatura semejante a él, que viva eternamente bajo su voluntad.
  2. Buscar una forma de resolver lo que había ocurrido, es decir, salvar aquello que se había perdido irrevocablemente.
Y Dios elige salvar.
Pero esta decisión trae consigo dos dilemas mayores:

  • Uno es si era posible volver todo a la situación previa a la desobediencia. Aun si fuera viable, hay un problema más profundo:
  • Adán cayó desde la libertad, no desde una naturaleza previamente pecaminosa.
Es decir, aun restaurado, el hombre con posibilidad de vida eterna y libertad podría volver a pecar en cualquier momento, repitiendo el desastre original.

La solución entonces no puede ser simplemente restaurar al viejo hombre, sino crear uno nuevo que, obedeciendo libremente, cumpla toda justicia y sea digno de vida eterna sin temor a recaer.

Aquí comienza a revelarse el plan de la nueva creación: un segundo hombre que no surja de la tierra, sino del cielo (1 Corintios 15:47), y que, obedeciendo perfectamente en libertad, se constituya en cabeza de una nueva humanidad.

Ahora bien, si el nuevo hombre debe vivir eternamente, también se necesita una justicia que sea eterna, no vulnerable, ni condicional a cada acción futura.
Es decir, se requiere una justicia que no se base en la obediencia continua del creyente, sino en una obediencia perfecta ya consumada y aplicada de forma legal.

Por eso Dios instituye una justicia aparte de la ordinaria. Una justicia que no esté basada en las obras del creyente, sino en las obras humanas del nuevo hombre: Cristo.

"Consumado es" (Juan 19:30) — La obra está hecha.

Y con esa obra:

  • Se cierra el juicio de la ley.
  • Se paga por toda injusticia posible.
  • Se abre un nuevo pacto no centrado en la ley, sino en la gracia.

Se instituye una mediación eterna, un sacerdocio perpetuo (Hebreos 7:24-25), que representa al creyente no en base a su conducta, sino en base a una justicia perfecta ya realizada.

"Hijitos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo." (1 Juan 2:1)

Dios reemplaza entonces la ley por el señorío amoroso del Hijo.
Ya no vivimos bajo el temor de caer, sino bajo el sostenimiento de una justicia ajena, que nos fue dada como cobertura perpetua, producto del amor de Cristo, y sellada con su propia sangre.

"Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia" (Juan 1:16).

A este punto debemos agregar una comprensión fundamental: el verdadero problema del hombre libre no es el pecado en sí mismo, sino la ley.

Porque la ley, aunque santa y justa, es incapaz de impedir que el hombre peque. Solo puede definir, instruir y condenar, pero no puede preservar.

"Lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo..." (Romanos 8:3).

La ley es un reflejo del carácter de Dios, pero es débil frente al libre albedrío humano. El hombre puede conocerla, incluso desear cumplirla, pero su libertad lo expone constantemente al riesgo de transgredirla.

Por eso, el problema no es simplemente que el hombre peque, sino que el sistema legal no puede proteger a la creación libre de su propia caída.

De allí que Dios reemplace la ley por un pacto basado en la fidelidad consumada de otro hombre, Cristo, y establezca una justicia sustentada no en nuestras respuestas futuras, sino en una obediencia pasada, perfecta y eterna.

Y así, el nuevo pacto no depende de que el hombre libre jamás vuelva a fallar, sino de que ya hubo Uno que no falló y en quien Dios pone toda su confianza y satisfacción.
 

3. Comparación con el estado real del hombre según las Escrituras

La Biblia afirma que el hombre caído está bajo pecado (Romanos 3:9), que es esclavo del pecado (Juan 8:34), y que la inclinación de su corazón es al mal (Génesis 6:5).
Pero no enseña que haya perdido su capacidad de responder a Dios.

Ejemplos bíblicos:

  • Dios llama y espera respuesta: "Poned por obra vuestra salvación... porque Dios produce en vosotros el querer como el hacer" (Filipenses 2:12–13).
  • Jesús invita al arrepentimiento: "Venid a mí todos los que estáis trabajados..." (Mateo 11:28).
  • Pablo argumenta desde la responsabilidad: "Pero por tu dureza y tu corazón no arrepentido..." (Romanos 2:5).

El hombre está caído, pero sigue siendo responsable. Tiene conciencia, capacidad de escuchar, de responder, de endurecerse o de creer.

 

4. Errores ciertos de esta doctrina

a) Confunde la incapacidad legal con la incapacidad funcional

El hombre está condenado legalmente, pero eso no significa que esté inerte espiritualmente. Su condenación no le impide oír ni responder. La Biblia llama al hombre a arrepentirse porque puede hacerlo, no porque es una farsa.

b) Elimina el libre albedrío como atributo creado

El libre albedrío no es un poder autónomo para salvarse, sino la capacidad dada por Dios al hombre para responder en obediencia o rebeldía. Destruir esta facultad es negar el diseño original de Dios.

c) Invierte el orden bíblico de fe y regeneración

En el calvinismo, el hombre nace de nuevo para poder creer.
Pero en la Escritura, el que cree es el que nace de nuevo:

"Mas a todos los que le recibieron... les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12).

d) Viola la justicia de Dios al culpar a los incapaces

Si el hombre no puede creer porque está muerto, entonces no puede ser culpado por no creer. Pero la Escritura dice que será juzgado por no haber creído (Juan 3:18). Esto implica responsabilidad real.

e) Hace innecesaria la predicación

Si la fe no viene por el oír, sino por una regeneración unilateral, la predicación es irrelevante.
Pero Romanos 10:17 dice:

"La fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios."

 

5. Conclusión

La doctrina de la depravación total, como la formula el calvinismo, niega el diseño original del hombre, borra su responsabilidad y transforma la salvación en un acto unilateral sin respuesta.

La Biblia, en cambio, muestra que el hombre está caído, pero no anulado; condenado, pero no inconsciente; limitado, pero aún responsable ante Dios.

Cristo no vino a salvar autómatas
, sino hombres reales, con conciencia, voluntad, y libertad para creer o rechazar.

Por eso, el Evangelio se predica a todos, porque
todos pueden creer.
 
Impecable el desarrollo de los argumentos Muy buenas las conclusiones.
La teología es apasionante
Demanda mucho estudio.
Yo estoy a años luz de estar a la altura porque me falta conocimiento..
Pero, desde ya, una doctrina como la calvinista transforma al hombre en una especie de títere sin discernimiento
 
Yo al Calvinismo objeto de la siguiente manera:
1. Tenemos perros iguales
2. Tengo comida suficiente para alimentar a todos los perros.
3. Por 1, lo unico justo es darles a todos comida o a ninguno.
4. Si le doy comida a uno y a otros no, entonces soy injusto, pues son iguales y al hacer un juicio (o sea, examén), al partir de lo mismo, la conclusión será igual.

Reemplace perro por humano en la condición de pecado iguales, luego la comida suficiente por la capacidad de predestinar, y gualá, un Dios injusto
 
Los tres primeros items parece estar bien, no así el 4 y 5to. que se pueden discutir.
Hola Ricardo. Gracias por tu aporte.
Me interesa saber tu opinión porque sos un hermano crecido y con mucho fruto y aparte porque se que adhieres en cierta medida al calvinismo serio.
Si tenés tiempo escribime tus discrepancias para estudiarlas puntualmente.
 
Yo al Calvinismo lo objeto de la siguiente manera:
1. Tenemos perros iguales
2. Tengo comida suficiente para alimentar a todos los perros.
3. Por 1, lo unico justo es darles a todos comida o a ninguno.
4. Si le doy comida a uno y a otros no, entonces soy injusto, pues son iguales y al hacer un juicio (o sea, examén), al partir de lo mismo, la conclusión será igual.
Reemplace perro por humano en la condición de pecado iguales, luego la comida suficiente por la capacidad de predestinar, y gualá, un Dios injusto
Hola Marcos.
Tenés razón: si tu comentario se refiere solo a la primera fase donde la expiación cancela la deuda de la Ley para que nadie permanezca muerto.

Si es así, tu objeción refuerza nuestra tesis contra la “L” calvinista:
- Mismo estado de culpa → la justicia exige la misma sentencia (muerte) o el mismo pago sustitutivo.
- Cristo pagó todo el precio (no parcial).
- Restringir la expiación a algunos elegidos → sería una in‑justicia.

La diferencia se centra en una proceso a cumplir en dos partes:

- En la primera se necesita operar sobre la condena universal pero sobre TODOS.
- En la segunda el Hijo, como Dueño de TODOS, separa a unos de otros según Su misericordia soberana y no por la Ley.

En mi opinión y si te entendí bien coincidimos en que el Calvinismo limita injustamente la expiación.

Quisiera de todas maneras aclarar que la “separación” que introduce la Biblia ocurre después de ese pago universal, y bajo el señorío de Cristo, ya fuera del terreno legal.

Saludos y gracias por tu comentario.
 
Dicho en otras palabras, la salvación no sería para todos?
Es que muchos ven a la salvación como un evento único de una sola etapa pero en realidad son dos etapas.
La primera acción divina es monergista o sea completamente divina y se resume en salvarnos de las consecuencias del pecado original o sea de la muerte. Luego y sobre los que están ya libres de la muerte sobreviene la separación eterna entre los que se salvarán del todo, y los que irán a condenación eterna. Si no te quedó muy claro no tengo problema alguno en aclararte cualquier duda.
Bendiciones.
 
Volver
Arriba