Revisemos el TULIP con toda seriedad y avancemos hacia el monergismo absoluto mediante una reforma más allá de la Reforma
El calvinismo, como estructura teológica, ha dado lo mejor de sí.
Su pasión por la gloria de Dios, su defensa de la soberanía divina y su énfasis en la incapacidad del hombre para salvarse a sí mismo han sido luces encendidas en medio de muchas tinieblas doctrinales.
Pero ahora, a la luz de una comprensión más profunda y clara de la Escritura, ha llegado el tiempo de avanzar.
No hacia el relativismo ni hacia el mérito humano, sino más allá de lo que la Reforma alcanzó a ver, hacia un monergismo absoluto, sin trampas lógicas ni dualismos innecesarios.
Y para hacerlo, debemos ser honestos y revisar sin temor los cinco puntos clásicos del calvinismo, el famoso acróstico TULIP, confrontándolos con la revelación bíblica bajo una clave que hasta ahora no había sido considerada con la seriedad que merece: la salvación no como un solo acto, sino como un proceso en dos etapas.
- Una primera etapa universal, en la que Dios compró para sí a todos los hombres mediante la muerte de Cristo, sellando su derecho de resucitarlos.
- Y una segunda etapa particular, en la que Cristo, ya como Señor de los comprados, escoge y da vida eterna a quienes son suyos.
Ha llegado el momento.
No se trata de abandonar la fe reformada, sino de completarla, de llevarla a su destino final.
La verdad no es estática. Avanza, se despliega, y cuando lo hace, los que aman la verdad la siguen con gozo.
Así que avancemos.
No con miedo, sino con convicción.
Revisemos el TULIP con toda seriedad y demos un paso más hacia la soberanía perfecta de Dios.