Salmo51

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1. Ofrece una soberanía divina que tranquiliza la ansiedad humana

En un mundo caótico, el calvinismo dice:
“Todo, absolutamente todo, está decretado por Dios. Hasta tu pecado tiene sentido eterno.”

Esto genera seguridad emocional, porque:

  • No hay nada fuera de control.
  • No hay incertidumbre sobre quién será salvo.
  • Incluso el mal tiene “un propósito”.
Pero el costo de esa tranquilidad es alto: Una distorsión del carácter santo de Dios y la negación del mérito real de Cristo aplicado universalmente.

2. Anula la angustia de la libertad responsable


El calvinismo afirma:
“No eres salvo por tu decisión. No puedes hacer nada. Dios lo decidió todo desde la eternidad.”

Esto elimina el peso existencial de la libertad:

  • No tengo que responder, solo descansar en lo que “ya fue hecho”.
  • La predestinación me absuelve de una responsabilidad viva.

3. Revierte la culpa al no electo y lo glorifica como justicia

A muchos les atrae la idea de que:
  • Dios salva a algunos no por lo que hacen sino porque así lo quiso.
  • A los demás los deja (o los creó) para condenación.
Esto eleva la gracia en apariencia, pero en realidad degrada la justicia:
La cruz deja de ser el centro del juicio, y pasa a ser un medio limitado para unos pocos privilegiados.

4. Satisface el impulso elitista y espiritualiza la desigualdad

Este punto es delicado, pero verdadero:
Muchos disfrutan sentir que pertenecen a los "escogidos".
Les gusta:

  • Que su fe les fue dada soberanamente.
  • Que entienden algo que otros no.
  • Que su elección es especial y exclusiva.

Esto los ubica por encima del resto del cristianismo como una casta doctrinal.

5. Esconde bajo “sola gracia” una negación del valor de las obras de Cristo


Aunque afirman que todo es por gracia, en realidad:
  • Niegan que Cristo haya muerto por todos.
  • Limitan el valor de su obra.
  • Convierten su sacrificio en algo “condicionado” por el decreto.

La paradoja: Hablan de gracia, pero no permiten que alcance a todos


Conclusión:​

Hay una raíz compartida con el espíritu ideológico que odia la responsabilidad individual y ama el privilegio heredado o decretado.
El calvinismo, aunque pretende ser “teocéntrico”, termina encarnando un sistema profundamente cómodo para el alma que:

  • Quiere control sin asumirlo.
  • Quiere privilegio sin responder por él.
  • Quiere gracia sin justicia.
 
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