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Cristología para adultos: sinergistas, abstenerse...​

Introducción​

En este estudio doctrinal serio, sin concesiones a sentimentalismos ni esquemas heredados, vamos a afirmar lo que muchos no se atreven ni a considerar: Jesucristo no fue engendrado por carne ni sangre, ni recibió nada de María, aunque fue gestado en su vientre.
Su origen es celestial.
Su engendramiento es divino.
Salió del Padre y vino al mundo.
Se hizo carne a si mismo y el Padre le preparó cuerpo.
Su humanidad se la proveyó Dios como lo hizo con Adán, el primer hombre.

“Lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.” — Mateo 1:20
“No de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” — Juan 1:13

No hay mezcla alguna, ni sinergia, ni participación genética.
Esta es Cristología para monergistas.
Jesús es contado como descendiente de David y Abraham por la promesa y no por genética y es primicia de todos nosotros.

1. ¿Qué es humanidad?

¿Qué define que Adán sea un hombre verdadero?

¿De dónde sacó su ADN humano?


La humanidad es un diseño divino: una forma de vida creada por Dios.
No es una sustancia biológica, ni un linaje genético.
Sabemos que la sustancia del primer hombre fue el polvo de la tierra.
La humanidad es un formato impartido, una imagen diseñada.
El ADN humano es parte de la forma.
Y el primer hombre no fue hijo de nadie, ni salió de mujer sino que fue directamente formado por Dios.

2. Cuatro posibilidades sobre quién es Jesús (sin responder, solo para pensar)

  1. Un hombre natural como Moisés, salido de la procreación humana.
  2. Un ser doble: celestial en parte, humano en parte, con cuerpo totalmente humano.
  3. Una persona celestial habitando un cuerpo humano.
  4. El Verbo hecho hombre enteramente por Dios, venido del cielo, sin participación ni intervención humana de ninguna índole.
Estas opciones trazan el campo.
La Escritura ofrece los datos; el lector debe observar, preguntar, y decidir qué cree que la Biblia enseña.

3. El engendramiento del Verbo: Un segundo nuevo hombre

Jesús no fue el resultado de una fecundación mixta.
La Escritura no habla de fecundación sino de engendramiento divino.
El Espíritu Santo engendra al Hijo del Altísimo en María, sin aportes genéticos de varón ni de mujer.
María no aporta su óvulo. No hay herencia adánica, ni davídica, ni abrahámica en lo biológico.
Solo promesa cumplida por engendramiento soberano.

“El Verbo fue hecho carne” — Juan 1:14
No dice: “El Verbo tomó carne”, ni “el Verbo se unió a una carne”. Fue hecho hombre. Hecho.

4. Jesús mismo niega ser hijo genético de David


“¿Qué os parece del Cristo? ¿De quién es hijo?” Le dijeron: “De David”. Él les dijo: “¿Cómo, pues, David en el Espíritu le llama Señor...?” — Mateo 22:42–45
Jesús no discute la promesa: la confirma.
Pero la desvincula de la genética. Si es Señor de David, no puede ser su hijo según la carne.
Así cierra la puerta a toda interpretación genealógica.

5. Dios sepulta el linaje natural en Isaac

“Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac... y ofrécelo.” — Génesis 22:2
“Pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos.” — Hebreos 11:19
Dios exige el sacrificio de Isaac como acto profético: la muerte del linaje natural.
La promesa no se cumplirá por la carne, sino por un hijo que Dios proveerá.
Esa semilla prometida es Cristo (Gálatas 3:16).

6. No os jactéis de Abraham

“Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.” — Mateo 3:9
“No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino los hijos de la promesa.” — Romanos 9:8
Dios no reconoce como hijos verdaderos a los descendientes genéticos, sino a los engendrados por Él.
Jesús es primicia de esta filiación, y nosotros somos hechos hijos a la manera de Él.
El linaje genético no cuenta para el Reino.

7. El juicio, la resurrección y la selección del Hijo


Si todos resucitan, incluso los que van a condenación, es porque Cristo compró a todos con su sangre. No para salvar a todos, sino para reclamar autoridad sobre todos.

“Vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz...” — Juan 5:28
“Yo soy la resurrección y la vida.” — Juan 11:25
Él los resucita, porque son suyos, y como Señor los juzga. Pero ese juicio ya no es el juicio de la ley (que exigía muerte), sino el juicio de la gracia: la segunda muerte, de quienes rechazaron al Hijo.

La verdad bíblica

Jesús fue engendrado por Dios, sin semen de hombre ni óvulo de mujer, sin fecundación natural.
No fue engendrado de voluntad humana, sino del Espíritu.
Su humanidad no fue heredada, sino provista por Dios, formada.
Su cuerpo fue hecho, su vida fue celestial, su persona fue el Verbo manifestado en carne.
Juan 6:51

Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

Esta es la cristología del segundo hombre.
Y acá no hay lugar para sinergistas.

“Cristología para adultos: sinergistas, abstenerse.”
 
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