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El “Nuevo Calvinismo”, tan poderoso a principios del siglo XXI gracias a medios digitales, ya no controla el ecosistema en redes sociales y plataformas modernas.
Como señala Aaron Renn, el impacto en línea del movimiento ha disminuido al no adaptarse a los cambios de algoritmo y demográficos de la Generación Z y más jóvenes.
2. Ya no es gatekeeper cultural
Según Brad Vermurlen, el movimiento ya no tiene la influencia institucional que tuvo antes, al pasar del modelo “superestrella” a uno más comunitario, perdiendo capacidad de definir la ortodoxia dentro del evangelicalismo más amplio.
3. Vulnerabilidades internas
Tim Challies identifica debilidades como el orgullo de la marca, la falta de diversidad cultural e intelectual y la dependencia de líderes carismáticos, lo que lo deja vulnerable a perder relevancia cuando pasan los íconos.