Salmo51

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La salvación no es una lotería celestial

El calvinismo clásico enseña una doctrina conocida como "elección incondicional", según la cual Dios, desde la eternidad, habría elegido a algunos para salvación, sin considerar obra, fe, ni voluntad humana. Esta enseñanza, lejos de ser una exaltación de la gracia, constituye una herejía profundamente antibíblica, que mancilla la justicia del Padre y el señorío del Hijo.
El propósito de este documento es desenmascarar esta doctrina inspirada desde el infierno, que ha corrompido la noción misma de justicia divina y tergiversado la gloriosa obra de salvación en Cristo. Y lo haremos desde una perspectiva bíblica, jurídica, y cristológica.

1. El fundamento calvinista: Depravación total + Elección arbitraria

Los calvinistas comienzan su razonamiento con una verdad: el hombre está totalmente depravado (Romanos 3:10-18).
Pero esta verdad les sirve como caballo de Troya para introducir un veneno: que Dios, al ver esta depravación, elige de manera incondicional salvar a algunos y no a todos.

  • Dicen que Dios no predestina a nadie para condenación, pero sí que decide salvar solo a algunos.
  • Esto transforma a Dios en arbitrario dentro del sistema legal, lo cual es una blasfemia contra su justicia:
"¿No hará el Juez de toda la tierra lo que es justo?" (Génesis 18:25)
  • ¿Acaso no creó Dios al hombre "bueno en gran manera"? (Génesis 1:31)
  • ¿No es injusto elegir salvar a algunos y no a todos si todos fueron condenados por el mismo acto?

2. La ley del Padre y el juicio ciego: República judicial

El Padre actúa como Juez de una república legal perfecta.
En su tribunal no hay espacio para favoritismos, ni para misericordia externa a la ley:

"El alma que pecare, esa morirá" (Ezequiel 18:4)
"Porque no hay acepción de personas para con Dios" (Romanos 2:11)
La ley exige perfección, no piedad. Y su veredicto es universal: todos pecaron, todos mueren. (Romanos 6:23)
Por eso, el Padre no puede salvar a nadie sin violentar su justicia.
No puede perdonar.
Solo puede ejecutar.

3. El Hijo como mediador y Señor: Un reino redentor

Dios necesitaba otro sistema para salvar sin quebrantar la ley.
Así aparece el Hijo, como Segundo Hombre y nuevo Adán, para cumplir toda la justicia (Mateo 3:15), satisfacer la ley (Romanos 8:3-4) y comprar a los muertos con su sangre (Apocalipsis 5:9).

"Para esto Cristo murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven." (Romanos 14:9)
Ya no estamos ante un juez atado a la ley, sino ante un Rey soberano que tiene poder sobre sus siervos:
"No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos" (Mateo 7:21)
"Tendré misericordia del que yo tenga misericordia" (Éxodo 33:19)
Ahora Cristo no juzga por obras de ley, sino por obediencia al Señorío, por fe viva, por entrega.

4. Refutación de la predestinación: La misericordia no es capricho

Los calvinistas confunden soberanía con capricho.
La gracia no es un favoritismo misterioso, sino una acción legalmente ganada por Cristo.

  • El Padre no predestina a algunos para vida eterna; condena a todos en Adán.
  • El Hijo redime a todos (1 Timoteo 2:6) y llama a todos (Hechos 17:30), pero separa entre los suyos por su soberanía como Señor.
La predestinación calvinista viola:
  • La justicia del Padre
  • El carácter del Hijo
  • La universalidad del llamado

5. Todos resucitan, pero no todos entran

"Vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz" (Juan 5:28)
Todos resucitan. Todos vencen la primera muerte por la victoria de Cristo sobre la ley.
Pero el juicio final es del Hijo, no del Padre.

  • El Padre ejecutó sentencia universal en Adán.
  • El Hijo redime a todos legalmente.
  • El Hijo separa a los que son suyos:
"Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda" (Mateo 25:33)

Cristo elige, sí, pero elige como Rey, no como Juez. Su juicio es legal, pero no legalista.

Conclusión: La herejía del calvinismo

El calvinismo ha cometido el pecado de atribuirle al Padre la responsabilidad de una elección salvadora arbitraria, cuando en realidad el Padre sólo juzga, y el Hijo sólo salva.

Han querido explicar la gracia como un misterio arbitrario y escondido en decretos eternos, cuando la Escritura dice que la gracia se manifestó (Tito 2:11) y que el evangelio es para todos (Juan 3:16).

Por eso decimos con toda convicción que la predestinación calvinista es una herejía.

  • Destruye la justicia de Dios.
  • Corrompe la gloria del Hijo.
  • Niega la universalidad del llamado.
Y lo más grave: convierte a la salvación gloriosa de Cristo en una lotería oculta, en vez de una oferta pública de redención para todos, comprada con sangre, y aplicada por el Señor conforme a su elección libre y final.
 
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