Salmo51

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La verdadera salvación del hombre para con Dios es por OBRAS y bajo la LEY

I. Marco Teológico General

Desde el principio, la relación entre el Creador y el hombre fue regida por un pacto legal y una responsabilidad objetiva. El hombre fue creado libre y responsable, y por lo tanto juzgable en función de sus obras. Esta es la justicia ordinaria, o también llamada justicia por ley: una justicia por cumplimiento, por mérito, por obediencia.

Esta justicia, que exige obras conforme a un mandato establecido, fue la base sobre la que se construyó la relación inicial entre Dios y el hombre. Solo posteriormente, frente a la caída y la impotencia humana para cumplirla, se introdujo una vía alternativa: la justificación por la fe, construida no como anulación de la justicia ordinaria, sino como su cumplimiento vicario en Cristo.

II. Fundamento Hermenéutico: La ley antes que la gracia

En Génesis 2:17, Dios establece una ley clara y penal: "el día que de él comieres, ciertamente morirás". Esta es la estructura de todo sistema legal: mandato, responsabilidad, consecuencia.

No hay allí ninguna referencia a la fe, ni al amor, ni al arrepentimiento. Solo obediencia. Esta ley natural, explícita, simple, es el patrón de justicia ordinaria. La caída no cambia este patrón; solo lo revela como imposible de cumplir por el hombre caído.

Por eso, Gálatas 4:4-5 dice que Jesús vino "nacido bajo la ley". Él no vino a mostrar un nuevo modelo de fe, sino a cumplir la ley que todos quebrantaron.

III. Exégesis: La justicia por obras en la Escritura

  • Adán y la ley natural: Adán fue probado en una sola cosa: obedecer un mandato. Su justificación o condenación dependía exclusivamente de su acción, no de sus intenciones.
  • Éxodo y Deuteronomio: El pacto mosaico se basa explícitamente en la obediencia. "El que hiciere estas cosas, vivirá por ellas" (Levítico 18:5; Romanos 10:5).
  • Mateo 5:17-20: Jesús declara que no vino a abrogar la ley, sino a cumplirla. Y advierte: "Si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos".
  • Romanos 2:6-13: Pablo afirma que Dios pagará a cada uno conforme a sus obras, y que "los hacedores de la ley serán justificados". Esta afirmación no es sarcástica: muestra el estándar real que exige Dios.
  • Romanos 5:18-19: "Por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos". La salvación por fe se apoya en una justicia de otro que obedeció.

IV. Apologética: Defensa racional de la justicia por obras

Muchos cristianos modernos rechazan la idea de mérito humano o justicia por obras como si fuera algo pecaminoso o herético. Pero lo que se rechaza en la Escritura no es la justicia por obras en sí, sino la pretensión de tenerla cuando no se cumple la ley.

El problema no es que la ley pida obras, sino que nosotros no tenemos esas obras. Por eso se requiere un mediador que sí las tenga, y ese es Cristo.

Jesús no fue justificado por fe, ni por gracia. Fue justificado por obras, porque cumplió perfectamente la ley. Esa justicia real, concreta, medible, es la que nos es imputada por la fe.

V. Teología de la Mediación

Dios no se reconcilia con la humanidad como si nada hubiera pasado. Él se reconcilia con un Hombre perfecto: Cristo.

Cristo cumple toda justicia y es declarado justo por el Padre. Sobre esa base, es hecho heredero de todo. La salvación por fe no es otra cosa que ser incluido en Cristo, por decisión soberana de Dios.

De ahí la estructura perfecta:

Padre → Hijo → Nosotros

Nosotros somos aceptados en el Amado (Efesios 1:6), no porque tengamos justicia, sino porque estamos dentro del Justo.

VI. Distinción clave: Fe no es mérito

  • La fe no crea justicia, la reconoce.
  • La fe no es una obra en sí, es la aceptación de que no tenemos obras.
  • La fe no justifica porque sea poderosa, sino porque se aferra a una obra terminada.

Por eso, la fe no es el nuevo mérito. No es una condición salvadora. Es la forma en que somos injertados en la justicia del Hijo. No nos justifica la fe, nos justifica Cristo por medio de la fe.

VII. Conclusión

La verdadera justicia que Dios exige es por obras y bajo la ley. Esa justicia no ha sido abolida. Ha sido cumplida por Cristo.
La justificación por fe no es un atajo que anula la ley, sino una gracia que se funda en que otro sí la cumplió.
Cristo es el único justo. Él es el heredero legítimo. Nosotros somos justificados no por tener fe, sino porque nuestra fe nos une al Justo.

En resumen:

  • La salvación es legal.
  • La justicia es por obras.
  • La gracia no contradice la ley, la satisface en Cristo.
  • Nosotros no somos declarados justos por lo que hacemos ni por lo que creemos, sino por lo que Cristo hizo.
A Dios sea la gloria.
 
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