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CARNE como forma de vida diferente a ESPÍRITU.
Aunque la palabra carne se pueda usar de muchas maneras y con distintos significados, hay un uso en particular que refiere a una forma de vida diferente a espíritu y que nada tiene que ver con algo malo.
Adán fue creado como carne, y no era mortal ni estaba corrompido.
De hecho:
“Formó Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre alma viviente.” Génesis 2:7
“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.” Génesis 1:31
Esto significa que la “carne” de Adán no era pecaminosa ni corrupta.
Era simplemente un modo particular de existencia bajo el sol, terrenal, visible y tangible.
Lo mismo se aplica a los animales, también llamados “carne” (basar, sarx) sin connotación negativa alguna:
“De todo ser viviente, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca...” Génesis 6:19
Esta concepción de la palabra CARNE no hace referencia a algo malo como corrupción, desobediencia o pecado, sino a una forma particular de existencia.
Por otro lado la Biblia muestra claramente que la carne en sí misma no es mala, ni corrupta, ni contraria a Dios.
Solo después de la desobediencia de Adán, la carne se corrompe con un conocimiento prohibido y se vuelve mortal por designio divino.
“Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.” Génesis 6:12
Y aquí sí aparece la carne como “corrompida”, pero es una condición adquirida, no natural.
Aclarando esto nos preguntamos: ¿El hombre es carne o es espíritu?
Dios es espíritu y los ángeles son espíritu pero el hombre claramente es carne.
Bíblicamente, el hombre no es un “espíritu” que habita un cuerpo, sino carne vivificada por el soplo de Dios:
“Formó Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente.” Génesis 2:7
Aquí la palabra hebrea נֶפֶשׁ (néfesh) indica un “ser viviente” completo, no un alma separada.
“Porque la vida de la carne está en la sangre.” Levítico 17:11
La vida (alma) está ligada a la carne y la sangre y no a un principio espiritual inmortal.
Lucas 24:39: Jesús mismo dice tras la resurrección: “Un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.”
Esto distingue la naturaleza humana (carne + vida) de la naturaleza espíritu.
En la enseñanza bíblica, el hombre es carne animada, no un espíritu “encarnado”.
La esperanza no descansa en un alma inmortal, sino en la resurrección del ser humano en su totalidad.
Dios, por su poder soberano, recrea de la nada al individuo, con toda su identidad y memoria, aunque su cuerpo físico se haya desintegrado.
No se trata de “infundir vida” a un cadáver concreto, sino de recrear por completo al hombre, tal cual era, como en su creación original.
Aunque la palabra carne se pueda usar de muchas maneras y con distintos significados, hay un uso en particular que refiere a una forma de vida diferente a espíritu y que nada tiene que ver con algo malo.
Adán fue creado como carne, y no era mortal ni estaba corrompido.
De hecho:
“Formó Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre alma viviente.” Génesis 2:7
“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.” Génesis 1:31
Esto significa que la “carne” de Adán no era pecaminosa ni corrupta.
Era simplemente un modo particular de existencia bajo el sol, terrenal, visible y tangible.
Lo mismo se aplica a los animales, también llamados “carne” (basar, sarx) sin connotación negativa alguna:
“De todo ser viviente, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca...” Génesis 6:19
Esta concepción de la palabra CARNE no hace referencia a algo malo como corrupción, desobediencia o pecado, sino a una forma particular de existencia.
Por otro lado la Biblia muestra claramente que la carne en sí misma no es mala, ni corrupta, ni contraria a Dios.
Solo después de la desobediencia de Adán, la carne se corrompe con un conocimiento prohibido y se vuelve mortal por designio divino.
“Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.” Génesis 6:12
Y aquí sí aparece la carne como “corrompida”, pero es una condición adquirida, no natural.
Aclarando esto nos preguntamos: ¿El hombre es carne o es espíritu?
Dios es espíritu y los ángeles son espíritu pero el hombre claramente es carne.
Bíblicamente, el hombre no es un “espíritu” que habita un cuerpo, sino carne vivificada por el soplo de Dios:
“Formó Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida; y fue el hombre un ser viviente.” Génesis 2:7
Aquí la palabra hebrea נֶפֶשׁ (néfesh) indica un “ser viviente” completo, no un alma separada.
“Porque la vida de la carne está en la sangre.” Levítico 17:11
La vida (alma) está ligada a la carne y la sangre y no a un principio espiritual inmortal.
Lucas 24:39: Jesús mismo dice tras la resurrección: “Un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.”
Esto distingue la naturaleza humana (carne + vida) de la naturaleza espíritu.
En la enseñanza bíblica, el hombre es carne animada, no un espíritu “encarnado”.
La esperanza no descansa en un alma inmortal, sino en la resurrección del ser humano en su totalidad.
Dios, por su poder soberano, recrea de la nada al individuo, con toda su identidad y memoria, aunque su cuerpo físico se haya desintegrado.
No se trata de “infundir vida” a un cadáver concreto, sino de recrear por completo al hombre, tal cual era, como en su creación original.