Salmo51

Administrador
Para entender cualquier historia, primero debemos conocer las reglas del mundo donde ocurre. La humanidad, en su estado original, operó y opera bajo un sistema de gobierno perfecto establecido por Dios.
A este sistema lo llamamos la justicia común u ordinaria.

Imagina las reglas de un juego simple y justo. Para que nadie pueda quejarse de que el juego es injusto, las reglas deben tener dos características esenciales, y la justicia común las tiene:

1. Las reglas deben ser absolutamente claras.

No puede haber lugar a la duda o a la interpretación. Una regla ambigua es una regla injusta. En este sistema, no se puede condenar a nadie por romper una ley que no fue explicada de manera explícita y directa. La responsabilidad solo existe cuando el límite ha sido claramente marcado.

2. El Juego juzga acciones (OBRAS), no intenciones.

Al árbitro de este juego no le importa si tenías buenas o malas intenciones, si querías tropezar o si lo hiciste sin querer. Solo observa una cosa: tus hechos.
¿Cruzaste la línea o no la cruzaste?
¿Hiciste lo que la regla prohibía o no lo hiciste?
Esta es una justicia de acciones observables, no de pensamientos o motivaciones internas.

Este sistema es la base de todo. Es el "sistema operativo" por defecto de la creación.
Es perfecto en su lógica, predecible en su aplicación e inquebrantable en sus veredictos.
No tiene favoritos ni hace excepciones. Simplemente aplica la ley a los hechos.

Esta es la justicia bajo la cual fue puesto el primer hombre.
Un sistema perfectamente claro, diseñado para un ser creado con la capacidad de entenderlo y obedecerlo.
El escenario estaba listo para que la historia comenzara, con una ley clara y un participante capaz de seguirla.
 
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